_
_
_
_

Rafael Carretero Moragas

El 'organizador' de la Feria de Abril de Sevilla

La vida familiar de Rafael Carretero pasa a segundo plano cada 7 de enero. Desde mucho antes, el 90% de su trabajo como jefe del servicio técnico del área de fiestas mayores del Ayuntamiento de Sevilla se constriñe a procurar la buena marcha de la segunda semana grande de la primavera: la Feria de Abril. A partir del lunes de resaca, cuando todos se recuperan, Rafael Carretero tiene que desmontar lo que tanto costó erigir, pero lo hace con la misma ilusión, porque para él "trabajo es igual a divertimento".

Rafael Carretero es el filtro por el que tienen que pasar todos los que participan en el esplendor de la Feria de Sevilla: montadores, propietarios de casetas, encargados de protocolo, feriantes, chiringuitos y quienes no tienen un destino específico pero son necesarios. "Yo soy el que tiene que dar la cara en todas las situaciones. Los últimos 15 días pasan por mi despacho una media de 200 personas diarias con otros tantos problemas que hay que resolver". Esta servidumbre la sobrelleva escondida bajo su afición y amor a la fiesta y raramente se enfada con sus interlocutores: "Soy perro ladrador...".Su dedicación a la Feria comienza en los meses de verano con los proyectos de estructuras, portada y montaje de los exornos. En esos meses se diseñan también la distribución de las casetas municipales y los servicios públicos y se contratan las atracciones de la calle del infierno, en la parte posterior del Real. En septiembre se aprueban los proyectos en el pleno del Ayuntamiento y, desde ese momento, su vida empieza a pertenecer al lugar inmaterial de lo que será la diversión ajena. No se considera imprescindible pero asegura que "no hay director de cine capaz de poner de acuerdo a tanta gente". Rafael Carretero está casado y tiene cuatro hijos, pero en ellos encuentra comprensión porque "siempre lo han vivido tan intensamente que lo llevan tan dentro como yo".

En los primeros días de cada marzo traslada su despacho al Real de la Feria, y desde allí tiene que coordinar "las dos clases de duendes del arte que hacen posible este espectáculo: los que trabajan una media de 20 horas diarias sin descanso para levantar la infraestructura, y el resto, el común de los sevillanos, que acude a adorna r sus casetas y a vivir su feria desde mucho antes". El alma mater de la Feria de Sevilla tiene necesariamente mucho aguante. Su voluminoso físico y mirada de pocos amigos contrasta con su afabilidad. Eso ocurre "porque yo cargo baterías al ver cómo. va creciendo el recinto" y en los días de feria "viendo la coreografía final del medio millón de personas que hay dentro". En esos días su sueño se ve seriamente resentido, pero cada jornada encuentra un hueco para beneficiarse unas copitas de fino, lo que es tan importante "corno el carburante para los coches".

Por fin llega el lunes, "y cuando todos se van, Carretero se queda más sólo que la una, pero con un equipo de desmontaje al que tengo tanto respeto como a mí mismo. Es un trabajo arduo y triste porque crear algo efímero tan fantástico es muy bonito; destruirlo no lo es tanto". La explanada de la Feria quedará desierta en pocas semanas, pero Rafael Carretero Moragas tiene que ir pensando en la feria del año siguiente, para la que quedan 352 días naturales, según dice un cartel expuesto en el recinto ferial de este año.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_