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Carl Bernstein

El periodista del 'Watergate' no se considera una leyenda

No se parece en nada a Dustin Hoffman, el actor que encarnó su personaje en Todos los hombres del presidente, la película que relataba la historia de la caída del presidente Richard M. Nixon. Bernstein es más alto que el actor, pero reconoce que "Hoffman hizo un buen trabajo porque enseñó al público cómo trabajan los periodistas". Carl Bernstein ha hablado en Barcelona sobre el periodismo de investigación, especialidad que, según él, sólo tiene un secreto: "Llamar a todas las puertas".

Fue así, llamando a todas las puertas, como Bernstein y su colega del Washington Post Robert Woodward, premios Pullit zer en 1973 lograron demostra que Nixon había utilizado prácticas ilegales para su reelección. El presidente dimitió y Bernstein y Woodward se convirtieron en héroes americanos y personajes de leyenda.A Bernstein no le gusta esta segunda calificación porque, según declara, "sólo desarrollé mi trabajo". Sin embargo, antes de repetir orgullosamente que "fui soy y seré simplemente un reportero", reconoce que le halaga que los periodistas de todo el mundo le tengan en tal consideración.

Bernstein siempre soñó con ser un reportero. Creció a la sombra del Capitolio, jugó junto a los monumentos de Lincoln y Jefferson, pero nunca imaginó que un día haría saltar a un presidente del despacho oval de la Casa Blanca. Estudió en la universidad de Maryland y su primer periódico fue el Star de Washington. A los 19 años era reportero de la sección local del Post. Ahora tiene 43 y está resignado a que el Watergate se identifique con su persona.

Amante del rock, su vida personal cambió radicalmente el día en que decidió dejar el Post para escribir un libro sobre su experiencia. En 1980 se fue a Manhattan para trabajar en la cadena televisiva ABC, donde ejerció como editor y reportero hasta 1984. Fue en esta ciudad donde la vida de Bernstein se complicó.

Sus problemas conyugales motivaron que otro actor, Jack Nicholson, también encarnara su personaje en el celuloide en el filme Se acabó el pastel, que relata su vida matrimonial con la escritora Nora Ephron.

Bernstein, que tampoco se parece a Nicholson, califica de "incómodas" la película y las informaciones sobre su vida personal, pero parece aceptarlas cuando dice: "A mí también me ha tocado estar al otro lado de la barrera".

Ahora está escribiendo un libro sobre la época del senador Joseph McCarthy y su caza de brujas. "Lo estoy haciendo desde un prisma familiar, de cómo vivió mi familia todo aquel período", explica frente al Liceo barcelonés, antes de admitir, casi con una carcajada: "No sé nada acerca de España".

Con problemas en la voz, mientras consume caramelos de mentol constantemente, Bernstein se lamenta de que el Irangate se destapara en Beírut, lejos de las redacciones de Washington o Nueva York. "Eso motivó que se escribiera demasidado sobre el error de Reagan; el Watergate fue más lento, y quizá por esa razón más efectivo". Sonríe cuando se le pregunta quién fue el cerebro de la investigación sobre el Watergate. "Woodward y yo trabajamos por igual", dice.

Los dos han seguido caminos muy distintos. A Woodward el Watergate le salvó del despido; ahora es un columnista acreditadísimo y, según cuenta su colega, "también un gran amigo mío".

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