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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los nuevos griegos

El teatro norteamericano, desde su origen nacional (O'Neill) está fascinado por la tragedia griega: dioses, semidioses, reyes (industriales, políticos banqueros, herederos), luchan, se aman, se odian, transgreden, son castigados, sufren; los mortales les contemplan y se contemplan en ese espejo dorado. Quizá se depuran, pero lo más probable es que no, visto el estado de la sociedad a los 2.000 años de literatura catártica. La obsesión por los divinos antepasados y por el mimetismo continúa en la televisión: en las series. La misma palabra Dinastía indica mucho. Ahora estamos en Dinastía II, con el título de Los Colby y todo continúa. Probablemente no es sólo inconsciente de los guionistas que el gran personaje (Charlton Heston) se llame lason, que en la mitología griega fue el conquistador del vellocino de oro.Algunos rasgos del primer episodio de esta nueva tragedia: una juventud casi eterna para los personajes (madres que apenas se distinguen de sus hijos; no hay límite para el amor y la pasión, y la abuela, Barbara Stanwyck, no cesa en la actividad sexual); largos y eficaces planos de riqueza absoluta (kilos de diamantes bien engarzados, cuadros de firma, automóviles especiales; vistas aéreas de la finca, tan grande como lo fue todo el reino de los atridas).

Cuerpos gloriosos en piscinas surgiendo del azul como Venus. Primeros indicios de incestos, pruneras sospechas de deseos adulterinos. Un trasfondo de ideología de nuestro tiempo: feminismo, ecología, cambio de generaciones.

El primero, con un diálogo entre dos mujeres (se irá desarrollando en las semanas sucesivas), de las cuales una defiende su independencia, su realización personal, su trabajo, su libertad, y la otra proclama la primacía de la seducción del hombre, de la oferta sexual para arrancar los beneficios del macho, inevitablemente dueño del poder.

Reparto y generaciones

El reparto, las expresiones de las actrices, el maquillaje, la escritura con la cámara muestran que la primera es la buena; la segunda, la mala. Ya veremos.El segundo, con un diálogo entre dos hombres sobre proyectos petrolíferos que podrían destruir naturaleza y paisaje: más matizado, más cuidadoso, pero también el casting, el vestuario, los rasgos de carácter, el texto, parecen favorecer al independiente ecologista, al marginado de la familia. Va a ser otra base de la serie.

Estas mismas tendencias aparecen reflejadas en la sucesión de generaciones: las nuevas y mejores maneras corresponden a los sucesores de la familia reinante. Todo ello incrementado con las reglas del folletín: encuentros clandestinos, confesiones a medias, algún misterio sobre los antepasados de todos, preparación de sorpresas. Datos de que el destino está trabajando para sí mismo.

'Falcon Crest'

También, en la programación de sobremesa de la primera cadena de Televisión Española, reapareció la semana pasada, Falcon Crest con casi los mismos datos: lucha por el poder, heráldica, emblemática, el vino casi eucarístico... Pero Falcon Crest se resuelve con una tosquedad un poco más deliberada: los malos son peores; los buenos -poquísimos-, mejores.Los dos primeros episodios de Los Colby, emitidos los martes por la primera cadena de TVE, en la programación de noche y con mayor audiencia que en la sobremesa, dejan aparecer un mejor juego dialéctico, una mayor matización de los conflictos entre estos nuevos griegos, entre estos nuevos repetidores de los conflictos y las pasiones de¡ principio de nuestra civilización. Que, como se ve, han transmigrado. Ya veremos, ya veremos.

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