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Los fundadores de Loewe luchan en el Registro de la Propiedad Industrial por la utilización de la marca

Los fundadores de Loewe, una de las pocas marcas de artículos de alto consumo españolas de prestigio internacional, están desarrollando en los últimos meses una lucha en el Registro de la Propiedad Industrial por la utilización de la prestigiosa marca. Enrique Loewe Knappe, fundador de la casa Loewe, alejado de la misma por las desavenencias surgidas tras el proceso reprivatizador de la entidad, propiedad de la Rumasa nacionalizada, se enfrenta a su hijo, Enrique Loewe, integrante del pool de nuevos propietarios de la famosa firma.

Tras la ruptura del frente familiar, el fundador de la firma ha creado su propia sociedad, Enrique Loewe Knappe, SA, con sede social en Barcelona, con la que piensa competir directamente con los productos de la antigua casa por él creada. Para ello solicitó a fines del pasado año la inscripción en le registro de la propiedad industrial de la marca comercial Enrique Loewe Knappe. En noviembre pasado, el boletín oficial de esa institución dio preceptiva publicidad a esa petición de registro. En enero del año en curso, cuando se iba a cumplir el plazo oficial de alegaciones contra esa inscripción, la firma Loewe, cuyo socio mayoritario es el hispano-francés Louis Urvois, cabeza del pool que se adjudicó la reprivatización de la firma, procedió a impuganar ese registro.En vista de ello, Loewe Knappe presentó a finales del pasado mes de junio en el registro de la propiedad un escrito de 23 folios de alegatos, oponiendose a su vez a la impugnación solicitida por Loewe. La última palabra está ahora en citado registro, aunque existen indicios de que el conflicto puede iniciar posteriormente el camino de los juzgados. "Yo no busco confundir a nadie", ha manifestado el fundador de Loewe, "porque mi marca no se parece en nada a la de Loewe, por eso estoy dispuesto a dar la batalla hasta el final".

Ofensiva comercial

Loewe Knappe SA se dispone a lanzar al mercado una amplia gama de artículos de cuero y de regalo, cinturones, zapatos, relojes, corbatas, etcétera, cuya materialización deberá encargar a un fabricante externo.Enrique Loewe Knappe, 73 años, que recibió en el proceso de justiprecio de las acciones que poseía de Loewe tras la reprivatización una suma cercana a los 195 millones de pesetas, no se resigna a vivir de las rentas. Loewe Knappe tiene además abiertos otros frentes de conflicto, derivados de su participación, con el 33% del capital social, en la sociedad Porsche Design, SA, firma que se encuentra en pleno pleito con Porsche Design Austria que la acusa de utilización y apropiación indebida de marca, un atractivo episodio en la increible batalla que muchas multinacionales del diseño libran en España contra la falsificación de sus marcas por parte de indígenas aventajados (casos Lacoste; Paloma Picasso; Orient, y tantos otros).

El conflicto viene arrastrandose desde que Juan Radresa y su socio Francisco Castañeda tuvieron la brillante idea de registrar en 1979 en España el nombre de Porsche Design. Cuando los austriacos, que habían vendido a Volkswagen el negocio del coche deportivo y estaban dedicados al diseño y fabricación de artículos de lujo (gafas, guantes, productos de cuero, etc.), llegaron a comercializar sus artículos a España, se encontraron con que alguien ya lo estaba haciendo por ellos. La firma española tiene actualmente registrados en España dos hepígrafes de artículos, las clases 14 y 18, referentes a marroquinería y pequeña maletería.

La firma austriaca instó en noviembre pasado en un juzgado de Barcelona un pleito civil de nulidad de marca, aunque al final, y de acuerdo con las fuentes consultadas, bien pudiera ocurrir que se llegara a un arreglo entre las dos Porsches, habida cuenta de que la ley española hace muy difícil que los austriacos consigan desalojar a sus imitadores.

El acuerdo en cuestión parece haber madurado en las últimas fechas, de forma que ambas partes podrían anunciarlo de forma oficial de breves días. Se trataría de un pacto a 10 años por el que la Porsche española unificaría toda la representación de la matriz austriaca en nuestro país.

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