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Feodor Atkine

El protagonista de 'Lola' rueda una película de tema africano en Uagadugu. (Burkina Faso)

Andrés Fernández Rubio

Cuando el actor francés Feodor Atkine fue presentado a Woody Allen, las fotos que llevaba para que el cineasta las viese se esparcieron por el suelo, su taza de té hirviendo se le derramó sobre la ropa y varios desastres por el estilo sucedieron en un minuto. Allen se quedó maravillado de encontrar a alguien tan torpe como él, e inmediatamente le ofreció un papel en Amor y muerte. Feodor Atkine, de 37 años, ha sido dirigido también por Sydney Pollack y Eric Rohmer, entre otros. Estos días, tras asistir al estreno del filme de Bigas Luna Lola, rueda una película africanista en Uagadugu, la capital de Burkina Faso.

La vida del actor está marcada por los viajes y no se muestra disgustado ante la definición de "judío errante". Su padre nació en China, en la capital de Manchuria. Su abuelo era un obrero del transiberiano que se casó con la hija de un rabino de Varsovia. Su madre es francesa pero de origen austriaco e inglés, y él nació en París.Siendo niño, su familia emigró a Suramérica a hacer fortuna, y Feodor Atkine vivió en Chile y Argentina. Por eso habla un buen castellano. Siempre intenta do blarse a sí mismo en las películas en las que actúa, y los problemas que no tiene cuando se trata del francés y del inglés sí se produje ron en Lola. "Tuve que recibir lecciones de un ortofonista", dice, "con el intento de eliminar mi fatal acento porteño".

Brasil y Uruguay fueron otros dos países en los que el actor vivió antes de establecerse en París y comenzar en el teatro. Su historial incluye dramas dirigidos por nombres como Patrice Chéreau, filmes de autores como los cita dos y otros como Fred Zinnemann, Gillo Pontecorvo y Jacques Deray, y más de 20 intervenciones en series de television.

Feodor Atkine logró cuando rondaba la treintena que su nombre sonase mucho en los ambientes teatrales de París y que tuviera comprometidos más de dos años de trabajo. Fue un momento de agobio y lo dejó todo. Le dije ron que estaba loco, pero volvió a sus raíces en un largo viaje en el transiberiano. Luego pasó a Japón, Estados Unidos, México, Ceilán y otra vez París.

Su aspecto dista mucho del de ese macarra violento que interpreta en Lola. Es famosa su versatilidad, y su personaje real corresponde a un hombre de rasgos simpáticos y un toque místico que nunca resulta excesivo. "Tengo hambre mental de la vida", dice. "Siempre que logro el equilibrio busco cosas que vengan a disturbarlo. He llegado a la conclusión de que una vez que te sientes seguro de algo puedes tener la completa seguridad de que estás equivocado".

Atkine ha encontrado en España gente fantástica y asegura encontrarse aquí como en su casa, mejor que en muchos lugares del mundo que ha recorrido.

De su experiencia con Sydney Pollack, que le dirigió en Bobby Deeffield, se limita a decir que fue un rodaje "muy dificil". Con Eric Rolimer actuó en Le beau mauiage y Pauline á la plage. De él afirma con admiración: "Es el hombre más maquiavélico que pueda existir. Nunca he encontrado a nadie tan naturalmente perverso. Juega tan bien con el alma de la gente que nadie lo nota. Es un gran succionador de sustancia vital".

Atkine comenta que coincidió en una serie para televisión con la ahora famosísima Joan Collins. Ella era la buena y él el malo. Al final la mataba con un rifle. Tras la escena se acercó el director y le dijo: "Ya sé que ha ocurrido en la ficción, pero en mi nombre y en el del equipo de rodaje, muchas gracias".

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