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Santiago Martínez Cadarso

Director de la cárcel de Alcalá, fue maestro tras dejar la carrera eclesiástica

"Pienso que he llegado demasiado pronto a un cargo de tanta responsabilidad como éste", afirma Santiago Martínez Cadarso, "aunque también me llena de orgullo". Sin embargo, José María Ruiz-Mateos ha dicho de él: "Es un hombre de una estupenda formación, por lo que le ofreceré el primer cargo de director gerente de la nueva Rumasa, a pesar de que a mí me ha tratado con gran dureza". Este madrileño de 31 años estudió magisterio y psicología, después de abandonar la carrera eclesiástica. "Ser cura con los escolapios era demasiada disciplina para mí".

Casado desde hace cuatro años, alterna sus ocupaciones como director de la prisión de Alcalá-Meco con las clases de criminología y psicología criminal para la Policía Municipal de Madrid: "La enseñanza es mi auténtica vocación", confiesa. Martínez Cadarso es un hombre afable e inconformista, aficionado en sus escasos ratos de ocio a la música de Mozart, y que no tiene pudor en admitir que a menudo suple "la falta de experiencia profesional con imaginación, sentido común y buena voluntad".En la cárcel de Alcalá-Meco están recluidos casi 450 presos, entre ellos los dos shiíes libaneses cuya excarcelación reclaman los secuestradores de tres españoles en Beirut, así como grapo, etarras, traficantes de droga, mafiosos, delincuentes comunes catalogados como peligrosos y, hasta hace poco, el industrial jerezano José María Ruiz-Mateos.

Martínez Cadarso se incorporó a Alcalá-Meco en Mayo de 1984, tras la destitución del equipo directivo a raíz de la fuga de tres presos. Antes trabajó en las prisiones de Nanclares de Oca (Álava) y Ocaña I. En junio de 1985 fue nombrado subdirector de Alcalá-Meco, y, con motivo de las vacaciones y posterior traslado del entonces director, Juan Antonio Marín, Martínez Cadarso se encargó de la dirección. Una comunicación oficial le confirmó el lunes 27 como director de una cárcel que en tres años ha cambiado cuatro veces de responsable máximo.

Su aspecto de persona pacífica que difícilmente pierde los nervios se ensombrece cuando se refiere a la proliferación de motines en las cárceles españolas. A su juicio, la masificación, la falta de medios materiales y la nueva normativa penitenciaria los presos echan de menos "los indultos de los tiempos de Franco"- se unen al hecho de que "en un ambiente tan cerrado como el carcelario, algunos reclusos son verdaderas instituciones frente a los otros". Pone como ejemplo al Vaquilla "que en cada cárcel tiene que organizar algún motín, para sostener la imagen que admiran sus compañeros". También lamenta la pasividad de algunos funcionarios ante la posibilidad de mantener el orden con el diálogo.

Maestro, de EGB durante ocho años, Martínez Cadarso es tajante ante el problema de la reinserción de los ex reclusos: "No es algo exclusivo de la institución penitenciaria, sino de toda la sociedad. La gente se compadece de los pobres presos que no logran trabajo, pero protesta a la hora de pagar más impuestos para financiar un buen plan de reinserción".

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