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Catalina de Llopis

Directora de la Escuela de Madrid de Moda: "La gente se viste para gustar"

Amelia Castilla

Catalina de Llopis, madrileña de 30 años, casada y con una hija, tomó un buen día, hace cuatro años, la decisión de dejar las labores caseras para dedicarse a la moda. La fundadora de la primera escuela de diseño de Madrid rompió la noche del pasado lunes con la tradición de los pases privados para unos pocos elegidos y sacó la moda a la calle en el marco de la plaza Mayor. Catalina, una diseñadora fascinada por las líneas ceñidas y los colores fuertes, considera que "la gente se viste para gustar".

Nació rodeada de alfileres. Desde pequeña vivió en un mundo de telas, patrones, máquinas de coser y maniquíes de yeso. Su madre cosía para casa y para los amigos y ella le enseñó a realizar sus primeros vestidos. Catalina continuó con la tradición familiar durante los primeros años de casada, hasta que un buen día, alrededor de 1980, decidió profesionalizarse y fundar una escuela en la que ahora estudian más de 200 jóvenes que serán en el futuro el relevo de los diseñadores del momento.Catalina es una mujer de apariencia frágil, delgada, morena y de ojos negros. Labios pintados de rojo, uñas superlargas, falda de punto ajustada y un jersei amplio componen su indumentaria. La directora de la Escuela de Moda ha diseñado modelos, entre otros, para la actriz Charo López y Carmen Romero. "A la mujer del presidente le hice dos vestidos después de que ella visitara la escuela y nos convenciera de que había que sacar la moda a la calle y convertirla en algo vivo", dice.

La conversación se lleva a cabo en la plaza Mayor, horas antes de iniciarse el primer desfile callejero, entre operarios que dan los últimos toques al escenario. Mientras supervisa la pintura del decorado, Catalina asegura que .el problema de este país es que los industriales copian lo que se hace fuera porque no saben que existen decoradores jóvenes, gente que está empezando, que diseñan en exclusiva y a los que se puede contratar por dos duros".

Catalina sabe también que en el mundo de la moda todo está inventado, pero intenta crear un estilo, el suyo. Un estilo en el que destacan los colores verdes, rojos y amarillos chillones y las líneas muy ceñidas. No tiene predilección por ningún tejido, cree que se puede hacer de todo con todo y le encantan las mujeres sexy y atractivas. Le gusta cómo visten los hombres de estudiada negligencia indumentaria y las modelos cuando están fuera de la pasarela. No tiene ningún miedo de la competencia. "Los diseñadores que han alcanzado la fama están ahí porque se lo merecen y cuantos más haya mejor para todos".

El proyecto de convertir la moda en algo vivo le ha costado a Catalina cinco meses de trabajo. En navidades se llevó a casa 3.000 diseños realizados por los alumnos de su escuela y preparó las tablas de salida. A partir de esa fecha, armada de sus diseños, se dedicó a llamar de puerta en puerta intentando buscar apoyo económico, entre organismos oficiales, firmas comerciales y tiendas especializadas.

A la directora de la Escuela de Diseño y Moda le gusta viajar aunque no viajo nada". Lleva 10 años casada con un abogado, que " es un cielo y del que estoy enamoradísima", asegura. Su situación sentimental, desde que empezó a trabajar, la resume así: "Nos vemos de diez a diez. Los fines de semana caemos en casa en estado de coma y nos dedicamos a ver vídeos como posesos".

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