Los padres de Emilio Sáez forzaron la intervención policial
Unas 40 horas después del momento en que debió de producirse la masacre de Leganés, la policía decidió actuar. Provistos de un mandamiento judicial, varios números intentaron entrar en casa de Casto García Goñi. No lo consiguieron porque la puerta está blindada, y fueron los bomberos quienes, a través de una ventana, forzaron el acceso al piso.Casto García y uno de los muchachos yacían muertos en el suelo del salón; el otro cadáver estaba tendido en una cama. La policía no conoce aún, a falta de los dictámenes de su departamento de balística y del resultado de las autopsias, cómo se produjeron los hechos. Sólo se sabe que uno de los jóvenes tenía dos impactos de bala y el otro, cuatro. Casto García presentaba dos tiros en los testículos y un tercero en la mandíbula. Cerca de su cuerpo sin vida había un rifle Winchester del calibre 44, con el que se efectuaron todos los disparos. Al parecer, el empleado de Iberduero mató a los dos jóvenes y luego se suicidó.
Emilio Sáez González y Juan Antonio Burgalo eran amigos desde sus tiempos de colegiales. El primero, según relató ayer su padre, había nacido en Bilbao en el seno de una familia riojana que se trasladó a Leganés hace una docena de años. Emilio era el mayor de cinco hermanos, carecía de otros estudios que los elementales y se dedicaba a ayudar a sus padres en la tienda de ultramarinos que regentan enfrente de su vivienda, en la calle de San Dionisio. Hacía poco tiempo que había terminado la mili en un cuartel de Ingenieros, de Getafe.
El viernes, los padres de Emilio Sáez denunciaron su desaparición en la comisaría de Leganés. Allí manifestaron sus sospechas de que Emilio se encontraba junto con su amigo Juan Antonio y un tercer hombre con el que habían copeado en la heladería. La policía les recomendó calma, les dijo que no se preocuparan, que los tres estarían corriendo alguna aventura y reaparecerían pronto.
El sábado la alarma de los padres de los muchachos era ya angustia. Por su cuenta habían indagado que el Land Rover de Casto García no se había movido desde el jueves y que éste no respondía a las llamadas. Un vecino les habló también de los misteriosos golpetazos en la madrugada del viernes. Ya con esos datos volvieron a comisaría.
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