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Tribuna:
Tribuna
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La elipse

7 lunesMi querido y admirado Ramón Tamames se ha sacado, en sus últimos toreos de salón, el post/ socialismo, que es una cosa que está más allá del socialismo, de la socialdemocracia y de todo. El post/socialismo viene a ser a la ética lo que la postmodernidad a la estética. Post/socialismo y postmodernidad consisten, pues, en lo siguiente:

Ser del Madrid o ser del Barcelona, pero ya sin patriotismo y sin decir eso de que "nuestro club es más que un club", que da tanta vergüenza, mayormente cuando el club está lleno de oriundos, según el barbarismo.

No pisar jamás un sanatorio de pies (ahora hay muchos).

Recuperar a Areilza como escritor perdido.

No comprar alfombras persas ni otros orientalismos hechos aquí mismo. (Cada alfombra persa auténtica supone un niño ciego, ya que la necesaria concentración de la mirada acaba en seguida con su vista.)

Comprarse un Seat Ibiza y decir que, debidamente embellecido, es mejor que un Alfa.

Beber agua.

Enamorarse póstumamente de Indira Gandhi, que era la esfinge de la no/alineación.

Ver muchas películas de Tarzán y decir que valen más que todos los Tristes trópicos de Lèvy-Strauss.

Creer que Narcís Serra trae a punta de látigo a los generales.

Consumado el breve inventario, sólo nos queda decir que Tamames, padre ideológico de estos inventos, sufre, como Sartre con el existencialismo, un deterioro or parte de sus fans de cave. Él es mucho más riguroso, eficiente y responsable, pero éste es el folklore que le rodea, como a Sartre le rodeaban Juliette Greco y Frangoise Sagan.

9 miércoles

Enero 1985. Revista del conocimiento. Homenaje a Aranguren. Escriben, entre otros, Alfredo Fierro, Carlos París, Savater, María Zambrano, Rof Carballo, Tierno Galván, Ortega Spotorno, etcétera. Encuentro a Aranguren haciendo cola ante la taquilla de un aparcamiento, para recuperar el coche, a cuerpo y en invierno. ¿Sabían los de la cola que él es la conciencia lúcida de la cola, de España, de la gente?

11 viernes

Y ahora, el Flick de la derecha. Es un flick sencillo, doméstico, casero, epistolar. Parece que anda por ahí una carta (dicen) de Cuevas, el empresario, condicionando la pastizara a la. unión de todas las derechas. Es un flick de bar/chaflán de barrio de Salamanca, no es nada, son cuatro perras. Y encima, no va a resultar, porque la derecha tiene una crisis de identidad, anda disgregada de sí misma y debiera ir al diván psicoanalítico de Rof Carballo. Todos apretaditos en el diván del maestro Rof, dirían su verdad: que AP es la herencia del fragafranquismo. Que el PDP de Alzaga es la democracia cristiana, que en España nunca encuentra sitio, porque ya tenemos el nacionalcatolicismo, que es una cosa como con más presencia, a base de obispos sepía y monjas con hábito midi. Que el reformismo de Roca llega sin fuerza a Madrid, en el puente aéreo, ya que Pujol le está dando cada día mayor protagonismo catalán a su delfin. Este sería, más o menos, el encefalograma psicosomático que maestro Rof sacaría en limpio de su diván de la calle Ayala. La derecha, liberal o conservadora, siempre se ha unido por los intereses más que por las ideas. Pero ahora, según magistral entrevista de Eduardo Rico a Alzaga, a la derecha, tan cristianamente humilde, se le ha entrado en el cuerpo el diablo del protagonismo, que es un diablo que también, afea a algunos intelectuales carrozonas. Que Cuevas les pague la factura de Rof Carballo.

13 domingoMe llama Cela, muy de mañana, para hablar de cosas. Camilo siempre acostumbra a llamar tempranero. Ya saben que se ha comprado un burro. Más que pintoresco, me parece sensato. Aparte de ser nuestro único/último clásico vivo, es la mejor prosa castellana de medio siglo, latinochés incluidos. "Lo de andar en coche ya no tiene fundamento, Paco, es una gilipollez". Pienso que, ante la subida de dos pesetas de la gasolina, todos debiéramos comprarnos un burro. El burro, en principio, ofrece, respecto del taxi, la ventaja de que no va radiando continuamente las pandectas ultras de la señora Sánchez. Imagino todo Madrid en burro, convertido otra vez en el "poblachón manchego" que descubría Azorín, pasmado, a finales del otro siglo. Llega un momento, en la vida del escritor, en que el escritor ya no tiene ninguna prisa ni impaciencia (a mí ya me ha llegado, gracias a Dios) y es cuando se compra un burro , porque, como dijo Juan Ramón (que también tenía burro), "a donde tienes que ir es a tí mismo". Realmente, la España en burro es la que ama Europa (por eso viajan en burro/taxi los turistas) y la que mejor entraría en el Mercado Común sin despertar recelos industriales.

Han muerto unos cientos de españoles en las carreteras de entre dos años, y eso se evitaría si todos hubieran ido en burro de Cádiz a Zaragoza, un suponer, a pasarlo con los suyos. Un Alfa/Romeo como el de mi santa no está mal, pero los burros se aceleran menos y no hay que pisarles tanto. Claro que el burro no tiene guantera, pero tiene alforjas. Lo que más se echa de menos, yendo en burro, son los 40 principales de la radio, pero se puede silbar un poco. Los coches funcionan en función de la Campsa, funcionan porque hay que gastar petróleo. Ahora que la Campsa va a disolverse, los coches ya no tienen razón de ser. Y hasta dicen que el burro toca de vez en cuando la flauta, por casualidad, como Sócrates. Otro que iba en burro.

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