Kahan, un rabino racista que quiere expulsar a todos los árabes
ENVIADO ESPECIAL"Los muchachos me dieron' un arma atómica que usaré para volver loco a este país", dijo, más excitado que de costumbre, el rabino ultraderechista Meir Kahan al enterarse, a principios de la pasada semana, de su elección como diputado. Kahan no ha tomado aún posesión de su escaño, pero cada una de sus declaraciones, acompahada de innumerables tics nerviosos, convulsiona ya a Israel y provoca ásperas polémicas.
A la tercera fue la vencida para este rabino, emigrado de Brooklyn hace 13 años,y que, tras dos intentos infructuosos, consiguió, por fin, los 22.500 sufragios (1,2% de los votos emitidos) que le permiten sentarse en el hemiciclo. Kahan tiene, a sus 51 años, pocas in tenciones de permanecer sentado, y pretende, más bien, abusar de la tribuna "para hacer de cada sesión una auténtica fiesta".
La fiesta empezara probablemente cuando logre tomar la palabra por primera vez para exponer su más encarecido proyecto: la adopción de una ley de expulsión de todos los árabes de los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza, e incluso de los 650.000 palestinos con nacionalidad israelí residentes en Israel. Entre un chasqueteo de la lengua y una mueca involuntaria de la boca, el rabino afirma orgulloso: "Hay que judaizar nuevamente a este país, y si el judaísmo es incompatible con la democracia, entonces estoy en contra de la democracia".
"Sé muy bien", reconoce Kahan, mientras. le tiembla la pierna y se le levanta una ceja, "que no obtendré una mayoría parlamentaria, pero imagínense el efecto de mis palabras desdé la tribuna de la asamblea cuando me dirija a Taufic Tubi` (diputado comunista árabe) "y le diga: 'Hoy es el día en que empiezas a hacer las maletas para marcharte de este país".
Convencido de que "los árabes instalados en Israel constituyen un peligro para la existencia del Estado", este hijo de un rabino ortodoxo de Nueva York exige la condena a muerte de todo árabe que mantenga relaciones sexuales con una judía y quiere "incitar a los palestinos a irse, proponiéndoles incentivos económicos". Pero, ¿Y si se resisten a abandonar el país? "Entonces", contesta con aplomo, "recurriremos a la fuerza, les cargaremos en camiones y les pondre mos de patitas en la frontera".
Israel no será destruido
Cuando se le hace observar que su iniciativa no sólo violá el derecho internacional sino que podría acarrear sanciones contra el Estado judío, Kahan contesta, en un hebreo con fuerte acento norteamericano, que "no hay más derecho internacional que la fuerza" y que "Israel no corre peligro por que está escrito que el pueblo judío no será expulsado dos veces "Dios no permitirá que Israel sea destruido", asegura.
Él, en todo caso, lo ha comprendido, y por haberse librado de sus dudas a la hora de actuar ha sido detenido más de 20 veces por alterar el orden público durante manifestaciones antiárabes.
Ni el rigor de la justicia ni la respetabilidad de su título de.parlamentario le han hecho desistir de sus prácticas violentas. Para celebrar su triunfo electoral, Kahan recorrió, con 200 partidarios armados, las callejuelas del casco antiguo árabe de Jerusalén, empujando a los transeúntes y volcando las mercancías expuesta! en los tenderetes del zoco, al tiempo que gritaban: "Los árabes, a Arabía; los judíos, a Sión".
A pesar del daño que Kahan causa a la imagen del Estado israelí, la derecha nacionalista del Likud se cuidó mucho en un principio de lamentar su entrada en el hemiciclo. "El problema", escribía Al Hamishmar, de la izquierda laborista, "no es Kahan, sino el silencio que rodea a este tema la derecha, supuestamente moderada". "Ha sido necesario esperar la voz frágil de Menájem Beguin" Oefe histórico de la derecha) "para que una firme condena del rabino Kahan y de sus vándalos sea formulada por miembros del Likud".
Después de que Beguin rompiese su mutismo para "rechazar todo lo que dice" Kahan, se multiplicaron las críticas en las filas del partido gobernante contra la ideología del emigrante de. Brooklyn, y el hasta ahora presidente del Parlamento, Menájem Savidor, propuso "modificar las reglas de la inmunidad parlamentaria", que permiten a Kahan "propagar desde la tribuna unas ideas cuya, divulgación estaba hasta ahora prohibida en los colegios".
El caso Kahan no es, sin embargo, un fenómeno aislado en la sociedad israelí, sino más bien el último producto de la dinámica nácionalista iniciada con el acceso al poder, en 1977, del Likud y de sus aliados, como el partido de extrema derecha Tehiya, tercera fuerza política del país.
"No creo que el ideario de Kahan", escribía el periodista Jonathan Barzei-en la revista israelí en castellano Semana, "difiera mucho del del Gush Emunim" (grupo que influye al partido religioso Morasha), "del Movimiento pro Tierra de Israel Indivisa o del propio Ariel Sharon" (ex ministro de Defensa, del Likud), "pero aquéllos son políticos lo suficientemente hábiles para no plantear abiertamente tales barbaridades".
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