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Marcos Pinel, un genio incomprendido

Es científico y fue propuesto para el Nobel de Física por sus investigaciones sobre la energía magnética

Muestra una mirada profunda y se desenvuelve con rasgos de timidez irreprimible al enfrentarse con el objetivo de la cámara. Previamente ha encendido un cigarrillo conciliador, borrando con una sonrisa la pesadumbre que imprime al rostro el sol del Sur. Marcos Pinel es jienense, tiene ahora 45 años, y entre sus alegrías figura la de dedicarse a la investigación en el campo de la energía magnética, por la que en 1980 fue propuesto para el premio Nobel de Física. Prototipo de genio incomprendido, pasea sus penas e incertidumbre por su tierra de adopción: Sevilla.

La localidad de Villanueva del Arzobispo (Jaén) le vio nacer en 1938. Estudia maestría industrial en Úbeda, momento en el que comienza su inquietud por los fenómenos derivados del magnetismo Trabaja en varias empresas como técnico e investiga por su cuenta y riesgo. Hace 10 años que patentó el primer generador magnético, base de sus posteriores invenciones que guarda en receloso secreto. En 1979, se traslada a Estocolmo, a petición de la universidad sueca de Upsala, y allí le permiten investigar. Meses atrás ha sufrido una mala experiencia en Estados Unidos, de donde se volvió con las manos en los bolsillos a espera una nueva oportunidad, como los novilleros que acuden a jugarse el tipo en los domingos cálidos de la Maestranza sevillana.No es un iluminado. Errónea o acertadamente se ha enfrentado con los dogmas oficiales de la comunidad científica en el campo de la energía magnética. Y, en España, con la incomprensión por parte de todos. Pero Marcos Pinel no se ha desanimado. Concluyó sus estudios de física y matemáticas en la universidad sueca, bajo la desazón de los largos inviernos nórdicos. Según reitera con voz cansada por las numerosas explicaciones que ha vertido a lo largo de su vida, las aplicaciones tecnológicas de sus descubrimientos tienen cabida en los campos de la medicina, agricultura, medio ambiente y ahorro energético.

"La ciencia es algo fundamental para una nación, sin ella los caminos son cortos en cualquier civilización", afirma Pinel, sin perder la esperanza de que algún día la comunidad científica le demuestre la confianza que ya le han otorgado los investigadores suecos, preocupados como tantos otros en buscar nuevos recursos energéticos para la humanidad, incluso por encima de los intereses industriales de las multinacionales. "Mis investigaciones buscan transformar en energía las fuerzas magnéticas, lo cual, en los tiempos que corren, es beneficioso para todos".

Marcos Pinel ha recibido amenazas sobre su persona y familia por sus planteamientos científicos revolucionarios. Nunca ha sabido de dónde parten; han llegado a través del hilo telefónico o en conversaciones cara a cara con personajes desconocidos que, junto con palabras de desaliento, le han aconsejado que abandone sus ideas para evitar males mayores. "He sentido miedo", dice Pinel, con mueca de sinceridad, "pero me he dado cuenta de que no merece la pena. Tengo que seguir, porque esto es importante para todos..., de todas las maneras, si algo me tiene que suceder, ocurrirá investigando o no".

Lo dice un hombre que ama los espacios libres. Él también es aviador. Algunas tardes, sobrevolando la vega del Guadalquivir, a una altura en la que las casitas diseminadas son puntitos de nieve sobre una tierra parduzca sedienta de agua, piensa en estas cosas, momentos antes de que el runruneo de la avioneta le absorba en el horizonte.

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