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'Lady' Diana Spencer

La princesa de Gales, que cumple hoy 22 años, se ha convertido en la superestrella de las monarquías de todo el mundo

Hace dos años, prácticamente nadie conocía su exístencia. Hoy es la mujer más fotografiada del mundo La princesa de Gales, esposa del futuro rey de Inglaterra, cumple hoy 22 años. La corte de Buckingham Palace ha ido moldeándola poco a poco y la joven princesa, de soltera lady Diana Spencer, es capaz ahora de soportar con más calma el acoso implacable de fotógrafos y reporteros. Se han acabado las crisi de llanto y los ataques de nervios que hicieron temer a su suegra la reina Isabel II, que no fuera capaz de cumplir su papel. Nadie en la familia real británica tiene derecho, sin embargo, a reprocharle nada. Lady Di, con llantos o sin ellos, se ha convertido en la "superestrella" de las monarquías de todo el mundo, arrebatando las portadas de las revistas internacionales a las más famosas actrices del celuloide. En el Reino Unido nadie es más popular que ella, y sus futuros súbditos suelen caer rendidos a sus pies.

Los primeros tiempos fueron difíciles. Primero porque la princesa de Gales se quedó rápidamente embarazada. El nacimiento del príncipe William, que acaba de cumplir un año, la obligó a permanecer retirada. Lady Di, dijeron entonces, se aburría formidablemente, mientras su marido, el príncipe Carlos, cumplía con sus obligaciones como heredero de la Corona. Fueron épocas, además de aprendizaje bajo la férula de la reina madre, a quien la familia real confió la educación de la joven Diana. La princesa, lejos de sus antiguos amigos, tuvo que escuchar las interminables charlas de la abuela de su marido, que cuenta 80 años. La reina madre, muy querida por los británicos, tiene una historia muy similar a la de Diana. Ella también era simplemente lady Elisabeth Bowes-Lyon y tenía sólo 20 años cuando se casó con el duque de York.Cuando la princesa de Gales pudo reincorporarse a la vida mundana comprobó con irritación que todo seguía igual y que no podía dar un paso sin que centenares de flashes estallaran frente a sus ojos. De nada valíeron las llamadas a la calma del príncipe Carlos, que es muy consciente del papel público de los miembros de la familia real. La princesa se echaba a llorar o se tapaba la cara con las manos durante largo rato para castigar a los reporteros, sin hacer caso a las apremiantes señales de Carlos, que llegó a decirle en alta voz: "No hagas tonterías". La Prensa, sobre todo la Prensa popular británica, se arrojó sobre lady Di: "Está enferma", "padece anorexia nerviosa", "discute con su marido". El palacio de Buckingham llamó al orden a las dos partes en cuestión: la princesa Diana debía calmarse y la Prensa suavizar su acoso.

Los consejos parecen haber dado resultado. El viaje de los príncipes de Gales a Australia y Nueva Zelanda, la pasada primavera, constituyó un éxito personal magnífico para Diana. Aguantó sin pestañear un programa que hubiera agotado a cualquiera con más experiencia que ella, se frotó la nariz con un nativo sin mostrar sorpresa, dio permiso a quinceañeras para que besaran a su marido, se fotografió con el niño y soportó con el mejor humor posible las bromas del príncipe Carlos.

El heredero de la Corona tiene la costumbre de hacer chistes en casi todos sus discursos y ha descubierto un filón inagotable en su mujer. Algunas bromas -sobre todo las relacionadas con el número de hijos que quiere tener- causan todavía un malestar evidente a Diana, no sólo, al parecer, porque le desagradan las referencias a su vida privada, sino también porque no tiene ninguna prisa en agrandar la familia.

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