_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ritual en Marruecos

UNA VEZ más, el rey de Marruecos ha cumplido el trámite electoral y ha obtenido los resultados precisos. Las elecciones municipales podrían tener un gran interés en un país en el que, en los tiempos de los sultanatos y de las comunicaciones difíciles, las pequeñas comunidades tenían una cierta capacidad para resolver su convivencia (dentro, indudablemente, de la gran irradiación autocrática y de un cierto feudalismo); la pantomima democrática, en cambio, montada por el actual régimen marroquí ha aumentado su dependencia. Convertido el sultán en rey constitucional, el paso democrático dado por Mohamed V consistió en calcar en gran parte la legislación francesa. El heredero, Hassan II, al alcanzar el trono, encontró rápidamente la manera de utilizar esa cuadrícula para afirmar el poder total manteniendo al mismo tiempo la nomenclatura, el vocabulario y los rituales necesarios para ser aceptado por el mundo occidental y por las nuevas democracias africanas que se esforzaban en realizar operaciones similares.En las recientes elecciones municipales, el manejo de los candidatos independientes -una fórmula para reducir la importancia de los partidos políticos- y la existencia de un partido del poder, o partido del rey -en este caso denominado Partido de Unión -Constitucional, fundado mes y medio antes de las elecciones-, aseguran la perpetuación del poder absoluto del monarca. Los independientes, con 3.440 consejeros comunales; la Unión Constitucional, con 2.727 (de un total de 15.480 para las 800 comunas). Los otros 12 partidos se reparten el resto de las consejerías o concejalías. El mejor situado de entre ese grupo es el viejo Istiqlal. (Independencia), que ya había denunciado a la Unión Constitucional, del primer ministro Buabid, como una "creación artificial de la Administración". Partido de la clandestinidad en la época colonial, fuertemente nacionalista, expansivo, imperialista, muy emparentado con el poder, el Istiq1al forma parte del gran conglomerado conservador, y aun así, ha debido quedarse ahora con sólo 2.601 consejeros. El reparto se va adelgazando después hasta llegar al último término de la izquierda, al partido socialista y al comunista, que quedan prácticamente desguarnecidos. Mal pago para su esfuerzo de unirse en torno al rey, resignando parte de su oposición, en la causa nacional del Sáhara.

Esta causa nacional, por otra parte, ha sido una gran desgracia para Marruecos como pueblo. El esfuerzo de la guerra ha destrozado una economía ya minada por la corrupción, se ha convertido en impuestos y levas, en exacciones y lista de bajas y, por consiguiente, en un aumento inmenso de la presión del poder y una disminución considerable de la pluralidad de opiniones democráticas, consideradas como una forma de minar la moral nacional. Todo ello amén de los tremendos diezmos ocasionados por los descubrimientos de conspiraciones reales o imaginarias, los fusilamientos de militares, la persecución de las disidencias hasta el exilio (Ben Barka, asesinado en París), las muertes truculentas de los hombres fuertes (Ufkir y, recientemente, Dlimi).

Hassan II explota hoy hasta donde puede su condición de contrarrevolucionario lo mismo cara al Islam que a sus vecinos o amigos tradicionales. El entramado electoral que acaba de montar es, al mismo tiempo, un lavado de cara y una red de poder. Pero Marruecos padece una crisis económica inmensa, y otra de sociedad más profunda aún. Frente a esas realidades, las ficciones apenas pueden hacer nada.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_