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La huelga, en la calle

La patronal bancaria se mantiene en su oferta, que representa el mínimo en la banda salarial acordada entre empresarios y sindicatos, y se niega a entrar en más negociación mientras dure la huelga. Los empleados de banca, por su parte, van viendo mermados sus ingresos, como consecuencia de la deducción en sus haberes de los días no trabajados como consecuencia de la huelga. Se calcula que se han perdido las 30.000 pesetas que para muchos se pedían. Nada más lógico que el aumento de tensión que se detecta en el ambiente, con lanzamiento de huevos, rotura de cristales y de hilos en los timbres de entrada y, lo que es peor, de documentos en la Cámara de Compensación de Barcelona.Una nota sindical atribuye a incontrolados este último atentado, como ha quedado sin reivindicación el artefacto casero que estalló frente a una agencia barcelonesa del Banco de Santander. Cuando una huelga afecta a más de 100.000 empleados en toda España -fuentes sindicales afirman que a 180.000-, cuando millares de manifestantes se concentran en un lugar tan céntrico como la plaza de Cataluña, cuando las pancartas y las declaraciones elevan el diapasón, lo raro es que no haya acciones que nadie quiere atribuirse.

( ... ) El mínimo de la banda es un argumento favorable a la adoptación de las medidas de presión, pero la tendencia a la mecanización es, siquiera sea tácitamente, un dato contrario. No ha faltado dirigente sindical que haya manifestado con irritación que no se trataba de una cuestión de dinero. El tono encendido, y hasta abiertamente político, en que tal afirmación se expresaba induce a pensar. El público, tan perjudicado por la duración y reiteración de la huelga, y los mismos empleados, perjudicados por sus intereses y muchos de ellos sin duda incómodos en una situación que lo es por naturaleza, pueden preguntarse si las pruebas de fuerza de esta naturaleza son el mejor camino para resolver una cuestión que, en términos técnicos y en torno de una mesa, acaso hubiera podido tener más provechoso y menos engorroso desenlace.

( ... ) Nos inquieta que, mientras la patronal insiste en que la huelga sólo fue seguida en Semana Santa por 25.000 empleados y parece confiar en la protección policial para garantizar la contención de la huelga en sus límites, los dirigentes sindicales parezcan poner toda la carne en el asador, insinuando que la huelga de banca no es una cuestión de dinero y que no sólo afecta a los bancarios. En estos términos, el ciudadano queda perplejo y no entiende bien qué pasa. (...)

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30 de abril

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