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El novelista Vargas Llosa abre la temporada teatral madrileña

La temporada teatral madrileña comienza hoy con el estreno en España de la comedia dramática La señorita de Tacna, una mezcla de realidad e imaginación del novelista Mario Vargas Llosa, representada por la compañía de Aurora Bautista y dirigida por Emilio Alfaro. "La labor del autor termina en el momento en que entrega su texto. A partir de ahí, la responsabilidad es, en primer término, del director, quien debe trabajar con la misma libertad con que lo hizo el autor" declaró Vargas Llosa, que llegó ayer a Madrid, procedente de Lima.

Tras el estreno, en el teatro Reina Victoria, Vargas Llosa viajará a Londres para regresar el próximo día 17 a San Sebastián, en donde este año ha sido nombrado presidente del jurado del Festival Internacional de Cine. Inmediatamente regresará a Lima.Esta es "la primera obra seria" de Vargas Llosa como dramaturgo ya que antes "sólo hubo un pecado de juventud", con La huida del inca, que escribió siendo muy joven y que no figura en su bibliografía "por pudor".

Se afirma que el autor de teatro es una especie distinta en la fauna autoral, que debe tener un no se sabe qué distinto, del que muchos grandes autores carecen y que les lleva al fracaso en sus intentos como dramaturgos. Vargas Llosa no lo acepta: "No existe incompatibilidad entre géneros, ese es un mito de literatura vieja. Lo demuestran los grandes: ¿qué es Valle-Inclán, autor de teatro o novelista? Si la especialización tiene problemas en cualquier campo, la especialización artística es un claro riesgo que hay que combatir".

Lo que no significa que no crea en los géneros literarios. El teatro tiene una extraordinaria peculiaridad: "cuando el autor pone la palabra fin a un poema o a una novela hay una obra terminada". En teatro, la creación es continua: hay unos intermediarios que van a dar su propia visión de la obra a través del montaje. "Yo estoy totalmente de acuerdo con ello, porque es enriquecedor. Para un novelista escribir teatro es, además, un aprendizaje del rigor porque en la novela todo es posible mientras que en el teatro, si uno quiere que lo escrito sea representable, hay unas normas que hay que cumplir. En cambio, existe la emoción de ver más tarde vivir tu historia en unos personajes, en unas voces, que cambian en cada montaje y que tu no habías imaginado. Como novelista, nunca he logrado ver y dar cuerpo a mis personajes".

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