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El Atlético disputará el Teresa Herrera al Dinamo de Kiev

ENVIADO ESPECIAL Ante un rival de escasa entidad, el Atlético logró un cómodo triunfo en el segundo encuentro del Teresa Herrera y jugará hoy la final con el difícil y potente Dinamo de Kiev. El equipo rojiblanco asentó su superioridad con un gol tempranero del irreconocible Arteche, aseguró el choque con un segundo tanto de claro penalti y reafirmó su victoria con un tercero, ya al final, obra del prometedor Mínguez. El Coruña partía en el pronóstico como hermano pobre del torneo y no pudo pasar de ello. El partido decepcionó, no tuvo historia, y resultó aburrido para el espectador. Los jugadores soviéticos, ya finalistas, prefirieron ir al cine. Acertaron.Si a veces los modestos suelen subirse a las barbas -incluso a la cabeza- del rival poderoso, Arteche se encargó pronto de dejar claro que esto no iba a ocurrir en Riazor. Arteche volvió a reeditar el cambio de imagen al «estilo Hulk» de sus primeros, torpes y leñeros pasos rojiblancos. Hoy se ha convertido en un hombre útil, sobrio y hasta hace gala de una técnica depurada. Todo ello, unido a su también sorprendente pulcritud en las entradas. Junto a Arteche, Ruiz se encargó en el medio campo de anular a José Luis y de subir balones arriba con enorme fuerza, mientras Dirceu sólo supo aprovechar en el primer cuarto de hora los metros de ventaja que le concedía en el marcaje Moreno. Luego se asfixió y fue sustituido, como Rubén Cano. Por su parte, Julio Alberto se aplicó a la estricta misión de anular al cerebro coruñés García, y Pedro Pablo fue el gran triunfador de la tarde. Desbordó cuantas veces quiso a Piña, creó jugadas con el sello auténtico y ya casi rancio, por perdido, del extremo nato, y quiso dejar claro que va a poner las cosas difíciles para la titularidad al mismísmo Marcos.

Al descanso se llegó ya con cierto tono aburrido y con la evidencia de que el Coruña no podría darle la vuelta al partido, entre otras cosas, con el Atlético cerrado y al contragolpe, porque su goleador Castro, pese a algunos destellos, se pasó la mayor parte del lance como figura decorativa, ante las arremetidas de Marcelino. Aun así, el Coruña lo intentó y pudo haber logrado acortar distancias en dos o tres jugadas de Traba y, por supuesto, de no mediar la condescendencia arbitral en el agarrón de Julio Alberto al propio Traba dentro del área.

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