_
_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La población, a la hora del censo: la población mundial / 1

La presentación de las primeras cifras del censo, relativas a la provincia de Madrid (véase EL PAIS del 14 de julio) ha inaugurado un período informativo sobre la población española.El Real Decreto 2.810/1980, de 14 de noviembre, ordena que el censo de población en España se efectúe con referencia al 1 de marzo de 1981. Se trata del noveno censo del siglo y su novedad consiste en que por primera vez, desde 1900 la fecha de referencia se trasladó del clásico 3 1 de diciembre. Con esta ocasión. se inicia hoy en nuestras columnas una serie de artículos sobre las poblaciones mundial y española.

Al, principio de nuestra era, la población del mundo debía oscilar entre 150 y trescientos millones de habitantes. Hay que esperar al siglo XVII para ver doblarse el efectivo; un siglo y medio después se había. doblado de nuevo. A partir de la última mitad del siglo XIX comienza la gran expansión demográfica: entre 1900 y 1960 la población mundial vuelve a doblarse, llegando a los 3.000 millones de habitantes. Según las últimas estimaciones de la ONU, al final de 1980 la humanidad contaba con 4.415 millones de miembros, de los cuáles 3.284 millones habitaban en países menos desarrollados. A la vista de las proyecciones de dicha organización, en los últimos cuarenta años del siglo actual la humanidad volverá a duplicar sus, efectivos, superando en el año 2000 los 6.000 millones de habitantes.

Se vive actualmente en una época histórica única respecto a la multiplicación de la especie humana; por primera vez, se tiene la sensación de que el propio desarrollo cuantitativo de esa especie llamada «hombre» puede ser un peligro para su propia supervivencia.

Al iniciarse la presente década, los parámetros básicos que marcan la evolución inmediata de la población eran los que recoge el cuadro I; sin embargo, se registra una clara desaceleración de las tasas de crecimiento mundiales. La población del mundo acaba de pasar por el cuarto de siglo de más rápido crecimiento de su. historia y parece adentrarse en una nueva fase de disminución constante en su fecundidad. Es preciso tener en cuenta que tasas de incremento decrecientes pueden dar lugar a crecimientos absolutos en aumento. De hecho, y según las previsiones citadas, en los veinte últimos años de este siglo la población mundial aumentará en 2.000 millones de habitantes.

Una dicotomía radical.

Se está ante una desaceleración de la tasa global de crecimiento de la población mundial cuyo punto de inflexión cabe situar en los años sesenta. ¿A qué se debe esta desaceleración en el ritmo de crecimiento de la población del mundo? Intentando responder a esta pregunta hay que ir más allá de los parámetros medios aplicados a una «población mundial» más o menos mítica, para identificar y situar en escena dos tipos de poblaciones con una estructura por edades y una dinámica-totalmente diferentes: las de los países menos desarrollados y las de los países desarrollados.

La proporción de personas menores de quince años en los países menos desarrollados supera el 40%; es decir, son poblaciones muy jóvenes, mientras que la proporción de personas mayores de 65 años no llega al 4%. El potencial de expansión que dicha estructura entraña se traduce en esa tasa de crecimiento anual del 2,2%, superior a la media mundial, del 1,8%.

Tales proporciones sobre el total son del 25% para los menores de quince años, y demás del 1 0%,para los mayores de 65 años, en las poblaciones de los países desarrollados; es decir, son poblaciones envejecidas, cuyo potencial de crecimiento implica una tasa anual inferior al 0,7%, muy por debajo de la media mundial citada (1,8%).

A grandes rasgos, se da una dicotomía radical entre esos dos bloques de población que ocupan la escena mundial, y que son diferentes por su magnitud e importancia relativas (75% y 25%, respectivamente, en la actualidad), diferentes por su estructura (poblaciones jóvenes en los países menos desarrollados, poblaciones envejecidas en los desarrollados) y, sobre todo, por su dinamismo y su potencial de expansión, sometidos, en una palabra, a dos regímenes demográficos totalmente diferentes.

Como resultado de estos ritmos demográficos tan distanciados, el peso de la población de los países menos desarrollados, que era del 67% a mitad del siglo, se prevé que alcance el 80% en el año 2.000; correlativamente, el de los países desarrollados disminuirá desde el 33% al 20% durante el mismo período.

Cambio en la distribución por continentes

Al mismo tiempo, el cambio en la distribución por continentes hará aumentar el peso de la población de Asia en el total mundial; del 55%, en 1950, al 58%, al final del siglo, mientras la vieja Europa disminuirá su importancia en la población mundial: desde el 16%, a mitad de siglo, al 11 %, en la actualidad, y al 8%, en el año 2000.

Pese a ese crecimiento absoluto, en las áreas menos desarrollada,-. se percibe una clara caída en sus tasas de crecimiento. Ahora bien, los países menos desarrollados no constituyen un espacio demográfico homogéneo, de tal manera que al identificar los países que están incidiendo en la desaceleración del crecimiento de la población mundial en curso, se observa que en más del 60% de estos países menos desarrollados la fecundidad sería todavía superior a la de los países occidentales antes de su transición demográfica. Así, pues, la ralentización del crecimiento demográfico mundial sería imputable principalmente a los países de mayor población, entre los cuales. el peso de China es considerable, junto al de otros grandes países como Brasil y la India.

Por su parte, en los países desarrollados, la tasa de crecimiento ha disminuido en un 441% desde la primera mitad de los sesenta a finales de los setenta (siete veces más que en el resto del mundo), como resultado también de la caída de la fecundidad.

La disminución de la fecundidad se inició prácticamente, en todos los países occidentales en 1964, y se ha acelerado desde el principio de los años setenta. Como consecuencia, la renovación de la población (que en las condiciones de mortalidad de estos países exige un promedio de 2,1 hijos por mujer) ya no resulta asegurada en la mitad de los países industriales., Incluso la población disminuye en varios países de Europa. Esta caída profunda de la fecundidad en los países desarrollados es el otro gran factor de novedad en el panorama demográfico actual del mundo. Sin duda. los países desarrollados han entrado en un nuevo régimen demográfico cuya característica primordial sería el control casi perfecto de la fecundidad por la pareja.

Crecimiento desigual

Se está, por lo dicho, ante una población mundial, creciendo cada vez más rápidamente en valor absoluto, pese a sus decrecientes tasas de incremento. En términos comparativos, este crecimiento es profundamente desigual-, mientras que un cierto número de países industriales (las dos Alemanias y Suecia serían los más llamativos) registran un crecimiento natural negativo -e índices de envejecimiento extra ordinariamente altos-, el conjunto de los países menos desarrollados muestran un cambio cualitativo a la baja. El peso demográfico de lo que hoy se denomina occidente tenderá inexorablemente a ser menos en términos relativos, con una población crecientemente debilitada en lo que a la edad se refiere. No es de extrañar, por tanto, que vuelvan a sonar voces en Europa a propósito del problema demográfico.

Isabel Agüero es estadística facultativa y Jefa de sección de Previsiones Demográficas del INE; Joaquín Leguina es doctor en Ciencias Económicas y Demografía, y Alberto Olano es economista especializado en Hacienda Pública y Demografía. Diego Ramos efectuó el proceso de datos

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_