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Mucho público y poco fútbol para despedir a Pirri

Mucho público y escaso fútbol en el homenaje a Pirri, cuya estrella fue en realidad Cunningham. La reaparición de éste fue acogida por el público con entusiasmo, que él agradeció con un sensacional gol y con algunas jugadas de mérito. Por lo demás, se vio algo más de juego en el Madrid, aunque a ráfagas, que en la selección, que produjo cierto desencanto.Pirri jugó los primeros treinta minutos, con Benito al lado. Cortó y salió jugando hacia adelante como si nunca hubiera faltado del equipo, con la misma autoridad de siempre. El público acogió con ovaciones cada acción suya, en especial sus salidas al ataque. Junto a él, Benito, que reaparecía quizá prematuramente de una muy grave lesión, en la causa de que la defensa flojeara, tanto más si se piensa que San José también está todavía por debajo de lo que fue. Sólo García Cortés, firme en su persecución de Marcos por todo el campo, ofrecía garantías.

En la media, los dos equipos pelearon bien, con Camacho, Del Bosque y Angel por un lado y Joaquín, Alonso y Víctor por el otro. Los desajustes que se producían en la defensa eran compensados por la buena sujeción de la media madridista, pero a pesar de ello y de su falta de juego en la delantera, con Montero despistado y Morán impreciso, la selección llegó tres veces a posición clara de gol, las tres malogradas por Morán.

En la otra zona del campo, la irregularidad de Juanito, bien tomado por Celayeta, y la falta de condiciones de Isidro para el juego creativo dejaban a Santillana solo, y a Arconada aburrido. Pese a que Del Bosque bordó una magnífica primera parte y a algunas llegadas espectaculares de Camacho al área, el Madrid creó menos situaciones de gol. Por eso no fue extraño que cuando, poco antes del descanso, Cunningham saltó del banquillo para empezar a calentar cara a su inclusión en la segunda mitad, el público expresara ruidosamente su júbilo.

Los cambios mejoraron al Madrid y dejaron a la selección como estaba. Cunningham y después Pineda contribuyeron a que el Madrid tuviera una línea de tres delanteros, con Santillana. García Hernández bajó en distribución de juego respecto a Del Bosque, pero jugó con más agresividad. Sabido y García Navajas, en especial el primero, apuntalaron seriamente la defensa, y los demás siguieron en su buen tono, que en caso de Camacho resultó brillantísimo. En la selección, Gerardo estuvo encogido y Esteban bulló bastante, pero sin apuntarse ninguna jugada de mérito. Maceda sí se acopló bien con Tendillo, y la selección se mantuvo segura atrás, pero en la media sucumbió en largas fases ante el acoso del Madrid, y fue desapareciendo paulatinamente, hasta dejar tras de sí una deprimente impresión, a pesar del empate. Especialmente gris fue el papel de Gordillo, que sin duda estaba lejos de su mejor forma.

Con todo ello, la segunda parte resultó algo más vistosa. Comenzó la selección por encontrarse con un gol que no merecía, y siguió el Madrid con el suyo, en barullo en el área resuelto gracias a la tenacidad de Isidro y la pasmosa agilidad de Cunningham. Luego hubo ráfagas de juego por parte del Madrid, y ráfagas en las que jugadas más o menos prometedoras morían a pies de Juanito, por tratar de inventar en cada caso alguna genialidad. Cunningham, muy pegado a la banda izquierda, no intervino mucho porque el equipo le buscó poco, pero hizo algunas jugadas que permiten alimentar esperanzas con respecto a su presencia en la final de París. Pero, mientras la selección se hundía paulatinamente, el Madrid sólo dejaba imagen de solidez por el juego de los de atrás, despiertos, prácticos y virtuosos en algún caso. De media para adelante, faltó acabar las jugadas y el espectáculo falló.

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