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GENTE

Tirso Escudero,

el empresario del teatro de La Comedia, donde recientemente se ha estrenado la obra de Adolfo Marsillach Yo me bajo en la próxima, ¿y usted se llevaba las manos a la cabeza y se preguntaba: «¿Qué diría mi padre si me viera comprando entradas para asistir a un espectáculo de mi propio teatro?». La pregunta no era un lamento, sino el inicio de un gesto que puede proliferar: nadie, excepto los críticos de teatro, recibió invitaciones para este estreno de anoche. Adolfo Marsillach compró en taquilla las entradas, que luego regaló a sus hijas y a su médico; Concha Velasco y José Sacristán, los actores, hicieron lo propio, y el empresario, claro, no se quedó atrás, quebrantando así una larga tradición, que es familiar y gremial en los teatros de España. Todavía se salvan los críticos, a los que, por otra parte, no les importaría demasiado, según dicen algunos de ellos, ser relevados de su privilegio actual.

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