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Enfrentamiento entre la dirección del PCE y el PSUC

Mañana tendrá efecto un nuevo encuentro entre una delegación del comité ejecutivo del Partido Comunista de España (PCE), encabezada por Santiago Carrillo, y el comité ejecutivo del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC). Una anterior reunión, celebrada el pasado día 3, se saldó con la más dura confrontación habida entre ambos partidos desde 1949, en que por «nacionalismo» fue expulsado el entonces secretario general del PSUC, Joan Comorera. Por parte catalana nada indica que la dirección del PSUC pueda someterse a los criterios de Carrillo, cuya intervención en el encuentro referido sirvió para cohesionar al PSUC frente a la imposición exterior.

No se trata ya de una confrontación puntual -como sucedió con la supresión o no del término «leninismo»-, sino de un enfrentamiento pleno, que abarca todos los planos importantes de la actuación política. La definición del partido, la democracia en el seno del mismo, la política de alianzas, el ámbito de la actuación, son puntos genéricamente debatidos.

Los antecedentes del debate son de orden ideológico. Un partido estatutariamente «leninista» -el PSUC- se negó a tan sólo considerar la posibilidad de dejar de serlo, mientras defendía infructuosamente que el PCE continuase siéndolo. El segundo antecedente aproximó la confrontación a la realidad política cotidiana. Consistió en la valoración abiertamente discrepante del período de transición a la democracia. Por parte catalana arreciaron las críticas formales a los Pactos de la Moncloa. Ahora, continuando el proceso de paso de lo general a lo concreto, los problemas surgen ya a nivel de práctica política.

Todas las actuales discrepancias convergen en el texto de las tesis del quinto congreso del PSUC, inicialmente previsto para finales de este mes y aplazado hasta el 3 de enero del próximo año. El contenido de dichas tesis, revelado por este diario el pasado 31 de mayo, detalla los puntos de discrepancia antes indicados, al tiempo que reafirma el papel crucial de la lengua y cultura catalanas en el proceso de recuperación democrática.

En la reunión del pasado día 3, Carrillo intervino frontaImente contra las tesis congresuales, según informan miembros del comité ejecutivo del PSUC. El dirigente comunista español indicó que el PSUC tomaba constantemente parte en la política estatal. Refiriéndose a intervenciones concretas de dirigentes del PSUC, Carrillo manifestó que estaba allí para tratar de los problemas del PSUC y no del PCE.

Carrillo criticó la desvinculación política existente entre el PSUC y el PCE. Puso de relieve la política del PSUC de búsqueda de una alianza con los socialistas, perfectamente diferenciada de la alternativa carrillista de un Gobierno de concentración nacional. Carrillo expresó formalmente su desacuerdo con las tesis congresuales del PSUC y también planteó la necesidad de su revisión.

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El secretario general del PSUC replicó que las tesis ya están aprobadas por el comité central del PSUC. Todas las intervenciones de los demás miembros del comité ejecutivo del PSUC fueron contrarias a Carrillo y a su propuesta de revisión de las tesis, con la excepción de los pocos componentes del sector «histórico» del PSUC, claramente estalinista, que, curiosamente, apoyaron a Carrillo.

Este sector, muy minoritario, lo integran Josep Serradell (conocido por el alias de Román), Josep Salas, Margarida Abril y Manuel Linares, todos ellos miembros del comité ejecutivo. Su fuerza reside en la secretaría de organización, ocupada durante muy largos años y hasta fecha reciente por Serradell. Este sector ha estado recibiendo críticas desde la izquierda -es decir, por parte de la corriente «leninista», mayoritaria en el PSUC- y desde la derecha (sector «bandera blanca»). La base de las críticas la constituye las deficiencias de organización, a las que se acusa de responsabilidad en la grave pérdida de militantes. El PSUC ha pasado de los 40.000 miembros con que contaba en los primeros tiempos del advenimiento de la democracia a tan sólo unos 20.000.

Con esta curiosa coincidencia resultó que desaparecía momentáneamente la tradicional división en cuatro tendencias del PSUC (de derecha a izquierda: los «bandera blanca», de Solé Tura; los «eurocomunistas puros», de Gutiérrez Díaz; los «históricos», de Serradell, y los «leninistas», de todo el sector obrero), para pasar a un mero enfrentamiento entre los favorables a la democracia interna del partido contra los partidarios de los métodos de dirección autoritaria (Carrillo y los «históricos»).

Defensa del catalanismo

Por razones que en unos casos pueden ser tácticas y en otros absolutamente sinceras, la izquierda del PSUC defiende las posiciones más catalanistas. Ello quedó patente en el último congreso de las Comisiones Obreras catalanas, donde los «leninistas» llevaron a extremos sin precedentes en dicha central la lucha por la catalanización lingüística y cultural. Hasta ahora, el sector «bandera blanca» era el que podría ser calificado de «españolista», por su constante deseo de servir a las posiciones de Carrillo en Cataluña. Pero la radicalización de Carrillo en contra de posiciones de izquierda -que están asumidas por todo el partido y, por tanto, afectan a la soberanía del PSUC- han llevado a los «bandera blanca» a distanciarse de Carrillo, ya que, de otro modo, no podrían sobrevivir.

Según fuentes contrastadas de la alta dirección del PSUC, Carrillo propuso de hecho que en España existiera un solo partido comunista. Si bien tendría divisiones orgánicas «regionales» del tipo de las que componen los denominados Partido Comunista de Galicia, de Canarias o de Andalucía, cuya soberanía real es considerada nula por la dirección del PSUC.

Carrillo llegó a proponer que, tras las siglas del PSUC, apareciera, entre paréntesis -como sucede con el PSC-PSOE- las siglas PSUC-PCE. Esta propuesta es literalmente impresentable ante un congreso de los comunistas catalanes.

El pasado miércoles, miembros de la más alta dirección del PSUC protagonizaron un curioso contacto con los medios informativos. Resulta que facilitaron todo tipo de información sobre la crisis entre ambos partidos, pero solicitaron que las fuentes no fuesen citadas. Lo que sí es seguro -estaban presentes unos veinticinco periodistas- es que Carrillo estaba informado de tales hechos. En especial si se tiene en cuenta que los organizadores del sorprendente encuentro también criticaron a los «históricos».

Las innominables fuentes manifestaron que el tema de fondo es la sucesión de Santiago Carrillo y la democratización del comunismo español. Destacaron que se trata de un problema externo al PSUC, impuesto desde fuera del mismo. Añadieron que Carrillo había planteado una propuesta de independencia absoluta del PCE en Cataluña. Se trataría, pues, de un intento de presencia en Cataluña del PCE, que a la fuerza adoptaría un carácter «lerrouxista». Esta posibilidad fue considerada muy remota por otras fuentes, que señalaron que la alta dirección del PSUC había decidido dar proyección pública al problema, para así obtener -con total facilidad- el apoyo de los militantes de base en contra de Carrillo, actualmente denominado despectivamente «Carrigan» por los comunistas catalanes.

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