Eduardo Falú: "Muchos versos de Borges parecen hechos para cantar"
«Siempre he trabajado con poetas, y con unos ha habido más dificultades que con otros. He hecho, entre otras, una canción muy especial con Borges, que es uno de los escritores que prefiero», dice Eduardo Falú, el guitarrista y compositor argentino que pasa estos días por Madrid, iniciando con el recital de ayer en el Instituto de Cooperación Iberoamericana una gira por toda Europa.
Lleva el salteño en su repertorio varios conciertos que encuentran sus raíces en el folklore argentino, y que muchas veces han sido compuestos, con temas musicales sacados de la tradición, sobre textos de autores argentinos de sobra conocidos. Así, esta charla es casi más sobre literatura -Eduardo Falú confiesa que los libros son una pasión para él- que sobre música.«He trabajado», dice Eduardo Falú, «sobre distintos escritores, sobre distintos escritos. Por ejemplo, el Romance de la muerte de Juan Lavalle está compuesto sobre un texto de Ernesto Sábato, concretamente un fragmento de su Sobre héroes y tumbas. Debo decir que trabajar con Sábato es fructífero, importante, aunque sea un autor demasiado difícil por lo intelectual y complejo de sus textos».
«En general», dice, «suele ser más fácil con un poeta, sobre todo si sabe cantar. La canción exige de los autores de la letra bajar un poco de su individualismo y ajustarse a algunas técnicas especiales. No se puede ser, por ejemplo, tan subjetivo como desean muchos escritores, y hay que tener un lenguaje popular especial... Con Borges», sigue Eduardo Falú, «es muy fácil. Los versos de Borges tienen un ritmo propio y su profundidad no les evita la sencillez. Como es un escritor que lo domina todo, también domina la canción».
«Un día», continúa diciendo, «yo le dije al maestro que hay muchas cosas suyas que parecen hechas para ser cantadas. El, que siempre es así de inteligente y de humilde, dijo que tal vez se debiera a la tradición de su abuelo... Son cosas con un lenguaje aparentemente simple, pero tan bien construido».
Eduardo Falú, argentino nacido en Salta, es uno de esos neofolkloristas aparecidos en Argentina a partir de las leyes proteccionistas de los años cuarenta y del renacer del folklore, que coincidió cronológicamente con el peronismo. Eduardo Falú no encuentra que exista relación entre un fenómeno y otro. En general, respecto al tema político se muestra cauto y escéptico, y yo diría que incluso conformista. «En este momento, en Argentina», dice, «hay constantes actuaciones de grupos de diverso tipo, del país y extranjeros, porque se está pagando muy bien a los intérpretes. Como se paga en dólares... Yo no me puedo quejar de cómo me van las cosas en Argentina y, en general, en todo el Cono Sur».
«Mi trabajo», sigue, «nunca estuvo al servicio de ninguna política concreta. Yo creo que todo lo social es transitorio y que tiene sus crisis. Pero que en la actitud del hombre siempre van a mandar unos valores imperecederos, unos valores eternos que tienen que ver con el destino, con el amor, con la lealtad... Estos valores son los que inspiran el arte. El arte social», sigue, «suena muchas veces a panfleto, a demagogia... Yo creo que el arte sólo lo puede salvar el arte mismo».
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