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Reportaje:

Suicidios y asesinatos en masa entre los miembros de una secta religiosa norteamericana

El Departamento de Estado norteamericano confirmó ayer los in formes procedentes de Guyana, la antigua colonia británica en América Latina, sobre la muerte de unos cuatrocientos miembros de la secta El Templo del Pueblo y la desaparición de otros ochocientos, casi todos ellos ciudadanos estadounidenses. Al parecer, muchas de las víctimas murieron al ingerir veneno, pero otras muchas fueron asesinadas a tiros, en una de las mayores masacres de la historia contemporánea.El Templo del Pueblo, una extraña secta que mezcla el protestantismo con ideas de lucha racial, resurrección de los muertos, espiritismo e incluso algún elemento marxista, fue creada en los años cincuenta por el reverendo Jim Jones, y consiguió un número relativamente amplio de adeptos en el estado norteamericano de California.

En el verano del año pasado se publicaron las primeras denuncias sobre malos tratos, trabajo forzoso chantaje, extorsión y amenazas sufridas por miembros de la secta religiosa. Fue después de este primer escándalo cuando el reverendo Jones, que mantenía estrechas relaciones con el alcalde de San Francisco y el gobernador de California, Jerry Brown, compró terrenos en la selva de Guyana y estableció allí la comuna agrícola, a la que bautizó con su nombre, Jonestown o Ciudad de Jones, y a la que se trasladaron unos 1.200 miembros de la secta.

Ante nuevos informes sobre brutalidad y amenazas, el representante demócrata por California, Leo Ryan, acompañado por algunos familiares de los seguidores del reverendo Jones que querían rescatar a sus parientes, y de varios periodistas, se trasladó, la semana pasada, a la comuna de Jonestown, para realizar una investigación in situ y comprobar si realmente se impedía abandonar el poblado agrícola a personas que querían hacerlo.

Tras sus primeros contactos con los fieles de El Templo del Pueblo y una entrevista con Jim Jones, cerca de veinte miembros de la secta religiosa anunciaron su deseo de abandonar la misma y volver a Estados Unidos con la misión investigadora. Cuando iban a abordar un avión en el pequeño aeropuerto, de Port Kaituma, a diez kilómetros de la comuna, estalló la tragedia.

Según los relatos de los supervivientes, media docena de fanáticos de El Templo del Pueblo comenzaron a disparar contra la misión investigadora al pie mismo del avión. El congresista norteamericano murió en el acto, así como un cámara y un periodista de la cadena de televisión NBC, un fotógrafo del periódico San Francisco Examiner y una joven de dieciocho años que quería abandonar la comuna del reverendo Jones.

Los atacantes, que hirieron a otras diez personas, actuaron con la mayor crueldad, disparando a sus víctimas a sólo unos centímetros del cuerpo. El cámara de la NBC, que estaba filmando el ataque, recibió un tiro en la cabeza, y su masa encefálica se desparramó sobre la cámara. Otros miembros de la misión, entre ellos un reportero del Washington Post, huyeron por la selva, y media docena de ellos continúan desaparecidos.

Tras una noche de terror, los supervivientes fueron rescatado por una patrulla del Ejército de Guyana que llegó a la mañana siguiente a Port Kaituma. Los heridos fueron evacuados a Georgetown, capital de Guyana, y de allí a Puerto Rico y Washington, donde contaron los detalles del sangriento atentado. El representante demócrata Leo Ryan, que acababa de ganar la reelección en los pasado comicios del 7 de noviembre, con taba 53 años y era un liberal que se había destacado por sus investigaciones sobre la situación en las cárceles y otros temas de carácter social.

Depósito de armas

Aunque la secta religiosa se declaraba pacifista, informes procedentes de Guyana hablan de la existencia de un importante depósito de armas en la comuna. El reverendo Jones, de 48 años, fue descrito como hombre dotado de gran carisma y hábil predicador. La mayoría de sus adeptos eran negros y muchos de ellos exconvictos recién salidos de la cárcel o veteranos de la guerra de Vietnam. Según varias informaciones, la secta de El Templo del Pueblo obligaba a sus fieles a hacer una promesa de suicidio cuanto éste fuera ordenado por Jim Jones.Por el momento no se conoce la suerte corrida por este extraño visionario, que se encontraba en la comuna y que dijo a la misión investigadora que sufría un cáncer incurable. Jim Jones predicaba una futura guerra racial, se llamaba a sí mismo marxista y aseguraba haber resucitado con sus poderes a cuarenta personas. A sus servicios religiosos en San Francisco asistían unas 5.000 personas, en su mayoría de raza negra.

La noticia de los asesinatos y de la masacre colectiva ha causado una enorme impresión en Estados Unidos. Al parecer, los fanáticos más convencidos de la doctrina del reverendo Jones asesinaron a aquellos de sus compañeros que se negaron a suicidarse y pusieron fin después a sus vidas con veneno.

La secta de El Templo del Pueblo es una más de las comunidades religiosas que han surgido en los últimos veinte años en Estados Unidos. Se calcula que el reverendo Jones recibió cinco millones de dólares en donaciones en los años setenta y se le atribuyen facultades hipnóticas con las que mesmerizaba a sus fieles, muchos de los cuales pasaban después a trabajar el campo para beneficio de la iglesia de El Templo del Pueblo. Otros de sus seguidores eran personas de edad, que cedían sus bienes a la secta, y jóvenes atraídos por la vida en comunas. Jones obtuvo una notable influencia política en California y recibía visitas del gobernador y los alcaldes de Los Angeles y San Francisco, a los que apoyó con el voto de sus fieles.

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