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Concluyó sin acuerdos la reunión del Fondo Monetario Internacional

Sin resultados tangibles, dejando para un más detenido estudio los principales temas planteados, concluyó el pasado domingo, en Ciudad de México, la reunión del comité provisional del Fondo Monetario Internacional (FMI), elemento más importante del organismo durante el período que media entre las asambleas anuales. A pesar de ello, la impresión generalizada entre los representantes de los países miembros que asistieron a la reunión fue de que los contactos habían sido satisfactorios y se habían producido notables avances en los puntos de vista respectivos de los dos grandes bloques: ricos y pobres.

El tema básico de discusión ha sido la reforma del sistema monetario mundial, a partir de la sustitución del dólar por los DEG (Derechos Especiales de Giro) en las reservas nacionales. La discusión se inició en las sesiones de trabajo de los grupos de países ricos (comité de los diez) y pobres (de los veinticuatro), encaminados a centrar las posturas respectivas para el debate final.Al término de las deliberaciones se alcanzó el consenso en torno a los problemas que padece la economía mundial, derivados del lento ritmo de recuperación de las economías nacionales y las consecuencias que soporta por ello el comercio mundial. En este marco se llegó a la conclusión de que los paises con mejor posición en sus balanzas de pagos deben incrementar sus importaciones y potenciar su inversión exterior. Los delegados expresaron su preocupación por la posibilidad de que se produzca una multiplicación de las prácticas proteccionistas, que dificulten progresivamente el comercio internacional.

Otro de los temas debatidos, el incremento de las cuotas al Fondo por parte de los países miembros, tampoco fue resuelto por las delegaciones, aunque numerosos representantes estuvieron de acuerdo en que tal elevación debería ser al menos del 50 %, con objeto de dotar adecuadamente las necesidades del Fondo.

Las posturas de los principales países fueron prácticamente similares a las ya expresadas en septiembre del pasado año, en Washington, con ocasión de la última asamblea anual. Japón y la República Federal de Alemania, los dos principales países superavitarios, señalaron su propósito de mantener sus tasas previstas de crecimiento, al tiempo que reduzcan progresivamente sus números negros de balanza de pagos, merced a una liberalización de las importaciones y presupuestos fiscales deficitarios. En cuanto a Estados Unidos, cuya postura preocupaba notablemente a priori, expuso sus tesis de fortalecer la ya sólida posición del dólar. Las naciones en vías de desarrollo, por su parte, evidenciaron la ya tradicional disensión interna, reflejada en un planteamiento eminentemente tímido en los debates.

Tampoco tuvieron excesivo éxito los intentos de limitar la ayuda financiera a los países con problemas en sus balanzas de pagos o reformar radicalmente los mecanismos de incorporación a sus beneficios. Simplemente, se convino en la necesidad de incrementar esa ayuda, iniciada con el llamado Fondo Wihteveen.

Durante las sesiones previas del comité de los diez (países ricos), el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Blumenthal, formuló una encendida defensa del dólar, postulando el mantenimiento de su actual posición en las relaciones monetarias mundiales.

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