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Reportaje:

Trescientos mil trabajadores madrileños padecen enfermedades producidas por la contaminación

El clima es uno de los grandes problemas de Madrid. En los meses de enero y febrero, y a principios de verano, es frecuente que el anticiclón se pose sobre la ciudad, impidiendo la imprescindible renovación.En verano aún es menos peligroso, por cuanto que las vacaciones y las salidas semanales al campo actúan como un factor de alivio, pero en los meses que comienzan ahora, con la industria funcionando a tope, junto con los vehículos y las calefacciones caseras, la contaminación alcanza los porcentajes más alarmantes del año.

Los índices bajos no son tranquilizadores

Los índices diarios que publica el Ayuntamiento no deben tranquilizamos en absoluto. Una polución atmosférica media, pero constante, es mucho peor que un momento muy intenso, pero breve. Los pulmones pueden recuperarse de respirar diez minutos en un ambiente muy cargado, pero la inhalación continua, repetitiva, aunque sea en porcentajes bajos, provoca el envejecimiento prematuro de nuestros pulmones. La exposición en este ambiente de cuatro horas ya actúa como un factor irritante sobre la mucosa bronquial.Tampoco se puede decir que un producto sea más peligroso que otro. El monóxido de carbono, las partículas de plomo sustancias cancerígenas que flotan en el aire, el mismo polvo, son peligrosos cuando actúan en conjunto y, sobre, todo, continuamente. Esa conocida boina que se asienta sobre Madrid, visible en cuanto te alejas quince kilómetros de la capital y la observas desde algún lugar alto, es la amenaza constante que condiciona toda una patología broncopulmonar. Mientras no se adopten toda una serie de medidas legales, el único aliado con el que contamos es el viento, que dispersa la polución y restablece el aire limpio.

Y una vez planteada la situación en toda su crudeza podemos plantearnos la pregunta de si existe alguna solución. Nuestros pensionistas, nuestras personas mayores tienen menos probabilidades de vivir que otras de su misma edad que vivan en el campo o en ciudades no contaminadas. ¿Cómo evitar esa morbilidad del 6%, causada por enfermedades ligadas al aparato respiratorio, a su vez atacado por la polución atmosférica?

Las medidas ya se han planteado muchas veces. En primer lugar hay que iniciar un proceso de mentalización. La degradación de la salud es algo que no se aprecia a simple vista, que tarda años en consumarse, pero que existe. Mentalizar a las personas de su existencia sería un primer paso para conseguir que todos colaborasen en la medida de sus fuerzas. Por supuesto, otra medida sería un efectivo control de la industria en todos sus tamaños. Y como condición previa y necesaria, la creación y coordinación de un sistema de vigilancia y asistencia sanitaria que incida sobre las consecuencias de la contaminación, que hoy por hoy no existe.

El informe que recoge los datos mencionados se presentó en las Jornadas de Medio Ambiente que se celebran actualmente en Madrid, por el doctor José Luis Ferrer, jefe del servicio mencionado. El informe se llevó a cabo recopilando los casos de enfermos que llegan al centro, provenientes del régimen general de la Seguridad Social, pero sin incluir a los trabajadores del Montepío del Servicio Doméstico, la seguridad agraria y el régimen sanitario estudiantil. No engloba tampoco a un 4 % de la población madrileña, que no está acogida en la Seguridad Social. El mismo doctor Ferrer nos amplía de la forma que sigue el contenido de su ponencia.

De las estadísticas realizadas se desprenden las cifras citadas más arriba, complementadas por el hecho de que los enfermos afectados por estas dolencias tardan un promedio de hasta 32 días en restablecerse, casi el doble de lo que lo haría una persona que habitara una ciudad limpia.

Este ha sido justamente el método de comparación. Establecer los índices de enfermos y características de las dolencias en personas que vivan en Madrid, respecto a otras que lo hagan en ciudades consideradas como poco contaminadas. Dado que no hay en España una ciudad limpia que se equipare a Madrid en cuanto a número de población, se decidió sumar las poblaciones laborales de Lugo, Almería y Jaén.

Jóvenes con pulmones viejos

Las radiografías del tórax de un madrileño de veinte años no se asemejan a las de otro joven de idéntica edad que viva en un ambiente sano. La del primero presenta el aspecto que le correspondería si tuviera cuarenta, tal es su grado de envejecimiento y desgaste pulmonar. El aire contaminado acartona los pulmones, los hace perder elasticidad y disminuye la capacidad pulmonar. Por edades, este proceso de degradación física afecta más intensamente a las personas maduras, que trabajan en ambientes cerrados, fuman y llevan más tiempo expuestos a la polución. Geográficamente, es la zona sur de Madrid, de Atocha hacia a bajo, la más dañada.

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