Messi baila en el Celtic Park y da la victoria al Barcelona
El Barcelona se clasifica para los octavos de final después de una victoria firmada por el excelente delantero argentino, un martillo para los escoceses
Apareció Messi salido de la cama y se encendió la luz en el Barça. El 10 juega tan bien con el frío de Glasgow que con el calor del Camp Nou, le suena igual el You'll never walk alone en el Celtic Park que en Anfield, máximo artillero de la Champions: nueve goles en 10 tiros —100 a nivel internacional—, dos ayer en el Paradise. El argentino fue un jugador total: caminó, corrió, aceleró, marcó, asistió y desestabilizó al Celtic. El protagonismo de Leo es últimamente tan absoluto que cuestiona no solo el fútbol del contrario sino del propio Barcelona.
Messi fue insensible a la liturgia del Celtic Park. La coreografía es única, la hinchada canta como ninguna y los jugadores se baten como jabatos al son del tambor de Brown. El rugido no facilita precisamente la concentración, descentra tanto que incluso a Messi le costó afinar el remate en un pase picado precioso de Busquets, un disparo que no acostumbra a errar el 10. Ya no perdonó cuando le habilitó Neymar.
CELTIC, 2 BARCELONA, 0
Celtic: Gordon; Lustig, Simunovic, Sviatchenko, Izaguirre; Armstrong, Brown; McGregor (Roberts, m.71), Rogic (Bitton, m.63), Sinclair (Forrest, m.45); y Dembélé. No utilizar: De Vries, Kolo Touré, Gamboa y Henderson.
Barcelona: Ter Stegen; Sergi Roberto, Piqué (Marlon, m.71), Mascherano, Alba (Digne, m. 65); Rakitic, Busquets, André Gomes: Messi, Luis Suárez y Neymar (Arda, m.75). No utilizados: Cillessen, Denis Suárez, Rafinha y Alcácer.
Goles: 0-1, M.23: Messi. 0-2. M.54: Messi (p.).
Árbitro: Daniele Orsato. Amonestó a Alba, Sviatchenko, Sergi Roberto, Lustig, Armstrong, Neymar y Rakitic.
Celtic Park. Lleno. 58.000 espectadores.
Los azulgrana jugaron con un aplomo desde que salieron a la cancha, fueron especialmente serios y pacientes, confiados en la fórmula del tridente, solvente en la Champions: 13 de 16 tantos, y sobre todo en Messi. Las llegadas del Barça eran tan selectivas como disuasorias para los escoceses, más bravos que certeros, reducidos por una defensa bien puesta por Piqué y Mascherano. No aparecía Dembélé y no se activaban los extremos del Celtic.
Los muchachos de Rodgers atacan relativamente bien y defienden mal, de manera que el plan de Luis Enrique pasaba por jugar cerca del área de Gordon. Y las oportunidades se sucedieron con frecuencia hasta que Messi embocó con la zurda un balón tocado por Neymar después de una larga posesión del Barça. La asociación del argentino con el brasileño y las salidas de Alba desmontaron al Celtic. A los barcelonistas solamente les faltó contundencia para cerrar el partido antes del descanso en el Celtic Park.
La fe ciega del líder escocés, espléndido en su despliegue físico, contrastaba con el juego lúcido de Messi. El 10 reapareció con una actuación delicada y solemne, excelente en el puesto de delantero centro o en el de extremo, como se advirtió en un pase precioso para Luis Suárez, cuyo tiro repelió de forma extraordinaria la mano de Gordon. Aunque no es Jimmy Johnstone, Messi pone unos centros estupendos para Suárez, Neymar y Rakitic.
No hace falta jugar muy bien para derrotar al Celtic. Alcanza con contener, ni que sea con faltas tácticas en los repliegues, y enfilar, tarea sencilla si se cuenta con tres delanteros como los del Barcelona y uno se llama Messi. Acaso a los azulgrana les faltó controlar más el partido, entregados una nueva jornada al ir y venir, al intercambio de golpes, una propuesta peligrosa cuando en el bando contrario figura una fuerza de la naturaleza como Dembélé.
El Celtic apretó los dientes en la reanudación y los azulgrana perdieron el sitio, excesivamente tímidos, nada finos, erráticos, especialmente desde el costado de Sergi Roberto. Tuvo suerte Ter Stegen porque el Celtic perdonó dos remates sencillos, uno del potente Dembélé. El arrebato local duró hasta que Messi puso el 0-2 en un penalti provocado por Suárez, que ganó en el cuerpo a cuerpo a Izaguirre después de un pase del rehabilitado Sergi Roberto.
El encuentro derivó entonces en una guerrilla de Neymar contra el Celtic Park. Luis Enrique acabó por cambiar al brasileño después de tomar una tarjeta que le impedirá jugar contra el Borussia. También buscó la amonestación y la consiguió Rakitic. La rueda de cambios, que permitió el debut de Marlon y fue previsible si se atiende a que el Barcelona visita el domingo Anoeta, ayudó también a consumir el partido sin más sobresalto que las apariciones de Messi. El 10 le dio un gol hecho que Luis Suárez malogró con un disparo al poste derecho de Gordon. Los titulares azulgrana —solo faltó Iniesta— ya habían sellado el pase a los octavos de final de la Champions ante un Celtic intenso y también desbravado, sin energía ni agresividad, rendido igualmente a Messi. A fin de cuentas ni siquiera hubo partido sino que en el Paradise solo cantó y bailó el solista Messi.
La Pulga: 100 goles, todos de azulgrana
Tras una mirada y la consiguiente asistencia de Neymar, con el primer tanto, bello el remate, nada fácil, poco típico en él, Leo Messi, alcanzó la cifra de 500 goles (en 593 partidos) con su club, el único en el que ha jugado de manera profesional desde que viajó desde Rosario a la ciudad condal cuando solo era un enano. Eso facilita la siguiente hazaña: con el segundo tanto, de penalti, La Pulga apuntó otro récord magnífico a su lista de logros: marcó su gol número 100 en torneos internacionales vestido de azulgrana (92 en la Champions League, cinco en el Mundial de Clubes y otros tres en la Supercopa de Europa). Y es el primero, el único, en alcanzar esa cifra centenaria con el mismo equipo en el fútbol europeo. Además, ya lidera con nueve goles la tabla de goleadores de la Champions este curso.
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