Neymar vuela sobre Messi
Brasil penaliza a una desfigurada y desorganizada Argentina
Messi parece un jugador vulgar con Argentina y en cambio Neymar es un futbolista excepcional con Brasil. Ambos defienden papeles opuestos en el Barça. Ocurre que la Albiceleste es una selección deprimida y fatalista, sin juego, sin suerte y sin técnico, una golosina para la optimista Canarhinha. Tite solo sabe ganar –ya van cinco victorias seguidas-, y Bauza va de derrota en derrota, incluso con Messi. A Argentina no la levanta ni Dios y su participación en el Mundial 2018 queda más comprometida que nunca después de ser goleada en Belo Horizonte.
Brasil, 3; Argentina, 0
Brasil: Alisson; Alves, Miranda (Thiago Silva, m. 87), Marquinhos, Marcelo; Renato Augusto, Fernandinho, Paulinho; Coutinho (Douglas Costa, m. 85), Gabriel Jesús (Firmino, m. 81) y Neymar. No utilizados: Muralha, Weverton; Gil, Rodrigo Caio, Fagner, Filipe Luis, Giulano, Lucas, Lima, Willian y Douglas Costa.
Argentina: Romero; Zabaleta, Otamendi, Funes Mori, Mas; Enzo Pérez (Agüero, m. 46), Mascherano, Biglia, Di María (Correa, m. 71); Messi e Higuaín. No utilizados: Rulli, Guzmán; Demichelis, Musacchio, Mercado, Roncaglia, Pizarro, Banega, Gaitán, Buffarini, Acuña, Dybala y Pratto.
Goles: 1-0. M. 25. Coutinho. 2-0. M. 45. Neymar. 3-0. M. 58. Paulinho.
Árbitro: Julio Bascuñán (Chile) amonestó a Fernandinho, Marcelo, Funes Mori, Otamendi y Biglia.
Estadio Mineirão. Unos 60.000 espectadores.
Los resultados le han dado tanta confianza a Brasil desde la llegada de Tite que puede batirse sin temor con Argentina en el mismo Mineirao, el estadio del 1-7 con Alemania en la Copa del Mundo de 2014, un resultado que convirtió en una broma el Maracanazo de 1950. Brasil ni siquiera rompió a sudar para penalizar a la Albiceleste. Aprovechó sus ocasiones y dejó que su histórico rival se condenara en el Clásico de las Américas. El marco de la contienda permitió la exhibición de Neymar, un galgo ante Zabaleta, y por el contrario dejó en fuera de juego a Messi.
El partido resultó fácil para Brasil, puñetera en las faltas tácticas, vertiginosa en el robo de la pelota y la contra, eficaz en el disparo a portería, recompuesta con su nuevo seleccionador, seguramente el más innovador de los técnicos que compiten en Brasil. Los tres delanteros locales desmontaron a la zaga argentina, retratada en los goles, poco consistente y estéril, incluso cuando quien enfocaba el marco de Alisson era Messi, poco fino en los tiros libres, mal asistido, igual de desmoralizado que cuando perdió con Chile en la Copa América.
Aunque a Argentina le falta cintura, ningún jugador tiene en cualquier caso el juego de piernas de Messi, capaz de tirarle un sombrero a Fernandinho y de sacarle una tarjeta amarilla. Apenas se había cumplido el cuarto de hora y el colegiado ya podía haber expulsado por una doble amonestación al volante del City. El chileno Bascuñán, sin embargo, fue indulgente con Fernandinho y el partido continuó su curso anodino, suficiente para evidenciar la esterilidad futbolística de la Albiceleste y la capacidad contragolpeadora de Brasil.
La Albiceleste se enganchaba a Messi y Brasil se encomendaba a Neymar, abatido de forma reiterada, a veces por Mascherano y en ocasiones por Zabaleta. El encuentro quedó reducido a un diálogo Messi-Neymar, solo salpicado por los tiros a media distancia: uno de Biblia, rechazado estupendamente por Alissson y el segundo de Coutinho. El remate del delantero del Liverpool acabó en la red de Romero. Coutinho recibió de Neymar y su rápida conducción en diagonal acabó con un disparo duro y cruzado al poste derecho del portero: 1-0.
El gol acentuó las penurias de Argentina, falta de pase y de llegada, y avaló el nuevo perfil de Brasil, muy a gusto con sus transiciones, estirada sobre todo por Neymar, porque los dos laterales tapaban más que abrían, por muy ofensivos que sean Alves y Marcelo. Con el marcador a favor, Brasil aguardó a que Argentina se equivocara en las dos áreas, cosa que consiguió porque Messi no atinó en un tiro libre ni pudo forzar la expulsión de Fernandinho y en cambio Neymar, habilitado por Gabriel Jesús, acertó en un mano a mano con Romero y anotó su gol 50.
Más ritmo que gambeta
El cambio de ritmo de Neymar fue más desequilibrante que el gambeteo de Messi. El delantero brasileño desbordó a Zabaleta, obligado a defender en situaciones de dos contra uno, y superó igualmente a Mascherano, retratado en un chut de Neymar que pegó en el palo derecho de Argentina. Negada en ataque, la Albiceleste se condenó en defensa, falta de liderazgo, de un volante que conectara con Messi, quien fue más centrocampista que delantero, escaso de munición, bien reducido por Brasil. Bauza solo empeoró a su equipo con la retirada de Enzo Pérez.
Zabaleta quedó más expuesto en el flanco derecho y Mas falló en el izquierdo con el gol de Paulinho. El volante cerró la contienda después de que minutos antes sorteara al portero y rematara flojo y mal a portería de Romero, asistido por Zabaleta. El 3-0 sirvió para finiquitar el duelo y abrir el debate sobre qué necesita Argentina, ahora mismo desorientada y descabezada, seriamente amenazada con quedar eliminada para el Mundial de Rusia después de haber acudido a cuantas ediciones de la Copa se han organizado desde 1970.
La Albiceleste viaja sin rumbo por América. No parece tener juego ni futbolistas y Messi parece un cualquiera en un equipo sin alma ni pasión, sin dirección en la cancha, en el banco y en la AFA. Nada que ver con Brasil, que ha retomado el vuelo después de su fracaso en su Copa del Mundo. Hay detalles especialmente reveladores que confirman el cambio de papeles: Neymar marcó por primera vez un gol en un partido que le enfrentaba a Messi y el parcial de sus enfrentamientos se ha reducido a 4-2 favorable todavía al 10 de Argentina.
El partido resultó tan sencillo para Brasil, más seria que alegre, que a su hinchada le costó celebrar el 3-0 frente a una rival tan histórica como Argentina. No es que el triunfo no tuviera mérito sino que sencillamente estaba cantado desde que cayó el 1-0 y Fernandinho aguantó en la cancha cuando Messi todavía creía que podía conquistar Belo Horizonte. Falsa esperanza para un equipo que no tiene ni idea de cómo enfrentar un partido y que ahora está fuera del Mundial de Rusia.
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