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Carrasco concreta la autoridad del Atlético ante el Rostov

El gol de belga culmina otro partido soberbio de los rojiblancos que ya tienen un pie y medio en los octavos

Ladislao J. Moñino
Carrasco marca el gol de la victoria.
Carrasco marca el gol de la victoria.MAXIM SHEMETOV (REUTERS)

Un campo pequeño, un rival atrincherado en una noche helada y un partido a una sola portería. Un guion previsto, pero complejo, que el Atlético supo resolver con más juego que gol. Resolvió Carrasco, que está enrachado y puso a los rojiblancos con pie y medio en los octavos de final. Suma nueve puntos el equipo de Simeone con tres victorias por 1-0. Pero no se le puede poner una tacha. Contra el PSV, contra el Bayern y anoche debió acumular más goles.

Ha tenido más juego que gol en estas tres citas europeas, pero pocos equipos manejan mejor el 1-0 que este. Da igual que lo haga replegado en su campo, que metido en el del contrario como hizo anoche. Volvió el Atlético a gobernar otro partido más desde la pelota y a enseñar que también tiene la fe de la paciencia con ella. Una virtud imprescindible para este tipo de partidos. En el frío de Rostov, se calentó con el balón. Lo amasó y lo llevó de lado a lado hasta que por fin perforó la portería de Dzhanaev. 

Autoritario, desde esa nueva versión en el que el peso de los partidos le pertenece, el Atlético hizo todo lo que tenía que hacer en el primer acto. La única intención del Rostov fue parapetarse en su trinchera de tres centrales y esperar el golpe de una contra entregado a la velocidad de Poloz y a las peinadas que le pudiera dejar Azmuun. Quiso jugar el equipo ruso con el gélido aire a favor y escogió atacar de inicio en el fondo donde se ubica su hinchada más ruidosa. Esa alianza con el fenómeno atmosférico no le sirvió de nada. La ambivalencia del Atlético para ponerse el mono sin balón y el frac para jugarlo le da para disputar con su ímpetu guerrero de siempre las pelotas aéreas, rebañar las segundas jugadas y tener un soporte muy fiable en Godín y en Savic como última barrera. Lo del central montenegrino es de admirar en lo que va de curso. Tiene el don de la ubicuidad para interceptar pases y ese desplazamiento hacia los costados para ir al cruce con la que ha convencido a Simeone para adelantar a Giménez.

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Esta nueva versión del equipo de Simeone le obliga a jugar al filo de navaja, expuesto a los contragolpes por todo el espacio que se genera a la espalda de sus centrales. Con Godín y Savic, más el anclaje de Gabi, se puede permitir esta aventura ofensiva que ha emprendido. Tan importante es comprender el juego ofensivo como saber interpretarlo en defensa para llega a tiempo en las jugadas al límite donde un error es medio gol. Ahí, Savic lleva dando clases magistrales unos cuantos partidos. En este Atlético más tocón, tan importante es ese Koke generando fútbol, la habilidad de Carrasco o los aguijones permanentes que son sus dos laterales.

Solo le faltó el gol al Atlético para redondear ese primer tiempo tan imperial. Y lo tuvo muy pronto cerca. En 20 minutos pudo abrir el partido de haber estado más certero. A Correa le faltó tobillo fino para remachar en la boca de gol una falta lanzada por Carrasco. El belga también tuvo la suya en su secuencia preferida: el regate abierto hacia a fuera y el latigazo. Dzhanaev se lo sacó en un ejercicio de reflejos y mano dura. A Correa volvió a fallarle el tobillo para empujar a puerta vacía una jugada trenzada desde la izquierda. Estuvo más Correa en el gol, que en los trámites del juego. Pero el chico siempre tiene una de más, un recurso en la chistera con el que destartalar a las defensas contrarias. Alguna hizo, aunque se quedara en balas de fogueo. Griezmann tampoco fue esta vez decisivo, aunque sus movimientos para salir y entrar de las jugadas y su sacrificio son impagables. No hay una estrella mundial en el panorama actual tan solidaria y tan dispuesta en mutar a peón de brega.

Ante tanto dominio, el único problema para el Atlético era la falta gol. La posibilidad de tener que jugar con prisas por ese poco acierto. Carrasco evitó esos agobios. Como hace cuatro días ante el Granada, oportunista, sacó de nuevo esa alma de delantero encubierto a la hora de juego para cazar un rechace tras un centro desde la derecha. Para entonces, Simeone ya había dado entrada a Gameiro por Correa. Quería gol y mantuvo a Torres, que tuvo un cabezazo franco. Más allá de eso, también formó un partido muy digno porque se fajó con la altura de Navas, Granal y Nevja en los balones aéreos largos y casi siempre salió ganador. Con el gol en contra, el Rostov tuvo cierto ataque de orgullo al final, pero quedó muy reducido por esa capacidad del Atlético para no perder el hilo de su seriedad defensiva. Un disparo potente centrado y un centro lateral de Doumbia dentro del área fueron su mayor producción. El autoritarismo del Atlético no le dio opción a más.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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