Contador vuelve a ‘besar’ el suelo
El belga Van Genechten gana una movida séptima etapa en una llegada al sprint
Ganó Van Genechten. Se cayó Contador. O, mejor dicho, se cayó Contador. Ganó Van Genechten. Lo uno y lo otro fueron cosas que no tuvieron que ver. El belga batió en un minisprint a Bennati y Valverde (que se embolsó cuatro segundos de bonificación). Alberto Contador se batió contra el suelo en la penúltima curva previa al sprint. Le cerró un ciclista del Lotto, y ¡zás!, al suelo, allí donde se agolpan los peores recuerdos de esta temporada. Del suelo de Francia al suelo de Zamora. Suelo, siempre suelo, a fin de cuentas. El suelo como enemigo del ciclista. El suelo como enemigo de Contador, el enemigo más temible que esta vez le volteó la bicicleta y lo mandó a su infierno particular. El maillot, el culote, el brazo izquierdo magullados, rasgados y el gesto serio, adusto. La rabia del caído es siempre más dolorosa que la rabia del perdedor. Es decir, la rabia de Luis León Sánchez, que perdió cuando ya se disponía a descansar su alegría en la orilla. Pero siempre hay dos orillas, la buena y la mala y al ciclista murciano le tocó la segunda. Su etapa era impecable, casi imborrable, pero el pelotón lo borró del mapa con un manotazo, con una dentellada seca y caliente. Estuvo a punto de tocar el cielo y le cerraron la puerta; Contador sí toco el suelo y su cielo se emborronó cuando precisamente se inicia el tríptico leones-asturiano que debe elegir a los candidatos.
Entre el cielo y el suelo está la vida. Y nadie dijo que vivir fuera fácil. La etapa se llenó de alternativas. El pelotón y sus circunstancias. Por ejemplo, Samuel Sánchez se paró a orinar y el pelotón se le fue mucho más de lo debido. Tres compañeros tuvieron que ayudarle a recuperar el tiempo perdido. A veces, orinar resulta algo muy inoportuno. El Astana decidió tomar el mando y castigar a los velocistas que soñaban con esta etapa, antes de que sus expectativas sean un libro en blanco. Luis León Sánchez fue su abanderado. Se escapó junto a Cataldo, Clarke, Brambilla y Maté. Solo era el principio de su andadura.
El pelotón se descontroló. Pareció por un momento que se hubieran abierto las puertas de la cárcel con los vigilantes merendando. Fugas y más fugas en busca de los escapados, trozos de pan de una hogaza que iba adelgazando pro que en pocos kilómetros se volvió a apelmazar. Engordo la miga cuando cazaron a casi todos los fugados, porque Luis León y Simon Clarke resistieron el horno de la carrera. Dos grandes rodadores a los que venció la carretera: ancha, de asfalto fino, más fácil para el pelotón que para los fuguistas. Y aguantaron. Y aguantaron, mirando hacia atrás, hacia adelante. Y la ola les atizó en la orilla. Luis León hizo un gesto de enfado, de rabia, dijo algo seguramente irreproducible, allí junto a la valla.
Y como en un sortilegio maldito. Fue cazar a Luis León Sánchez y segundos después Alberto Contador besar el suelo. También Samuel Sánchez, que no se había parado a orinar. Por delante el minisprint lo ganó con facilidad Jonas Van Genetchen, primera victoria de toda su historia en la Vuelta ahora que se acaba su historia en el ciclismo. Su éxito fue envuelto por el fracaso. Entre el cielo y el suelo, prevalece siempre el dolor.
Codo, costado y cadera
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