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Del cordero con champagne a la pechuga con agua

Nairo, que salió con Jorge Lorenzo, no repitió los excesos de Anquetil en Andorra

Carlos Arribas
Lorenzo acompaña a Quintana en un entrenamiento.
Lorenzo acompaña a Quintana en un entrenamiento.MOvistar

Como Jacques Anquetil en 1964, el día de descanso del Tour en Andorra, los ciclistas del Movistar, Nairo, Valverde y compañía, merendaron brochetas en 2016; pero no pinchos gigantes de cordero a la brasa en una fiesta campestre regada de fino champagne como maître Jacques hizo entonces, sino más mesuradas piezas de pechuga de pollo, mucha agua y poco alcohol, más cerveza que vino, nada de champagne. Los tiempos del ciclismo han cambiado y sus ídolos, antes genios, son deportistas cerebrales, que todo lo miden.

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“He elegido las brochetas y verduras a la brasa para darles un poco de variedad, pues no hay nada peor que aburrirse de comer todos los días lo mismo”, dice Lorenzo Pajares, el cocinero del equipo, mientras trajina en los fogones de la cocina portátil instalada en una furgoneta que aparca a la puerta del hotel del equipo.

Pajares es también especialista en nutrición y el Tour es, después del último Giro, su segunda grande con el Movistar, que le fichó porque algunos ciclistas le conocían de sus tiempos de cocinero en el CAR de Sierra Nevada. “Antes estuve con la selección española de triatlón, con Noya y Raña, para quienes cociné incluso en los Juegos de Pekín”, dice Pajares.

El descenso de Envalira

Mientras Anquetil y su esposa, Jeanine, y su director, Raphaël Geminiani, se ponían morados a cordero, los rivales del Tour, con Poulidor a la cabeza, estaban dando vueltas en bicicleta por todos los puertos de Andorra, y rezongaban contra el normando, que disfrutaba mientras ellos sudaban. Entonces se pusieron unos cuantos de acuerdo para hacérselo pagar al día siguiente. Antes de la salida de Andorra por el gigante interminable del Envalira, los vengadores estuvieron una hora rodando en bicicleta para no empezar en frío la ascensión y nada más terminar el recorrido neutralizado comenzaron a atacar a Anquetil, que se quedó solo y desesperado en cola. Pasó por la cima a cuatro minutos de Bahamontes, Poulidor y demás, y solo un descenso temerario entre la niebla le permitió enlazar. Como castigo a su envidia, Poulidor, que pensó haber ganado allí el Tour, se cayó después y perdió más de dos minutos.

No parece probable que las actividades de Nairo su día de descanso en Andorra generen malquereres para que sus rivales le ataquen en los 20 kilómetros de subida hasta los 2.400 metros de Envalira hoy de salida, pues todos hicieron prácticamente lo mismo: entrenar, dormir, hablar con la prensa y aburrirse.

La única diferencia fue que para que pasaran un día más distraído, Jorge Lorenzo, el campeón del mundo de MotoGP, salió a entrenarse con el Movistar. “Ellos han estado dos horas y yo habré aguantado 50 minutos, hasta que aviaron la marcha”, dijo el motociclista mallorquín, quien mostró su admiración por los ciclistas, “unos máquinas”, su sacrificio, su valor sobre unas ruedas muy finas y sus excepcionales dotes físicas. “He hablado un rato con Nairo de cosas de su vida de deportista y su corazón que, me ha dicho, al levantarse por la mañana, en reposo, late solo a 35 pulsaciones por minuto”. 

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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