La tragedia de Hillsborough fue un homicidio, no un accidente
Los fallos de la policía provocaron 96 víctimas en un partido en Inglaterra en 1989. El jurado exime a los aficionados del Liverpool
La muerte por aplastamiento de 96 personas el estadio de Hillsborough, hace ahora 27 años, no fue un accidente. Aquellos fans del Liverpool, con edades comprendidas entre los 10 y los 67 años, fueron víctimas de un homicidio imprudente, atribuible a la policía. Esa es la conclusión a la que ha llegado este mediodía el jurado, formado por seis mujeres y tres hombres, constituido hace dos años.
Familiares de las víctimas se abrazaban emocionados a las puertas del edificio de Warrington, en el norte de Inglaterra, donde los miembros del jurado se reunían desde marzo de 2014 y donde pasadas las 11 de la mañana ha comunicado su decisión. Unos y otros podrán, al fin, pasar la página del proceso judicial más largo de la historia legal británica.
Los familiares de las víctimas de #Hillsborough celebran el veredicto que declara los hechos un crimen https://t.co/Vej9yAABjT
— JesúsGallego (@JGALLEGOonfire) April 26, 2016
El jurado ha llegado a la conclusión de que los fallecidos fueron víctimas de homicidio, atribuible a la deficiente actuación policial, antes y durante el partido. También ha concluido que el comportamiento de los hinchas del Liverpool no causó ni contribuyó a la tragedia. Tras una campaña de 27 años por parte de los familiares de las víctimas, la memoria de la afición del Liverpool ha quedado limpia. Un canto espontáneo de You’ll never walk alone, el himno del equipo, acompañó a la salida del juzgado las lágrimas de los familiares.
La decisión supone el fin de un doloroso proceso. El 15 de abril de 1989, durante la semifinal de la Copa de Inglaterra entre el Liverpool y el Nottingham Forest, se escribió la página más trágica del fútbol inglés. Las semifinales, como las finales, se juegan en partido único en campo neutral, y aquella se celebró en el estadio de Hillsborough, en Sheffield. El partido duró solo seis minutos, pero la afición del Liverpool no lo olvidará nunca.
A pesar de que habían acudido muchos más aficionados reds, al Liverpool se le asignó la parte más pequeña del estadio. En las gradas centrales, detrás de una de las porterías, se amontonaba de pie el doble de público de lo permitido. Miles de aficionados presionaban en el exterior del estadio para entrar, y se tomó la decisión de permitir que accedieran, lo que agravó aún más la situación. La grada se convirtió en una trampa mortal.
Las rejas que separaban al público del césped impedían a la gente escapar. Los movimientos en la grada hacían pensar a la policía que se preparaba una invasión del campo, y pidieron refuerzos para controlar esa posible invasión. Hay que recordar que no estaba lejos el auge del fenómeno hooligan: sólo habían pasado cuatro años desde la tragedia de Heysel.
La situación era ya grave pero el partido empezó a su hora. La tensión creció con un tiro al palo en el minuto 4 en la portería opuesta. Poco después, la policía al fin se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y ordenó parar el partido y abrir las pequeñas puertas de acceso al terreno de juego. Unos escapaban hacia el campo, otros se encaramaban a la grada. Los heridos eran trasladados encima de anuncios que hacían las veces de camillas. El balance fue de 96 muertos y casi 800 heridos.
En diciembre de 2012 se ordenó una nueva investigación de los hechos, después de que el Tribunal Supremo londinense anulara los veredictos de muerte accidental dictados 21 años antes. Una investigación independiente había aportado nuevas pruebas que exoneraban de cualquier responsabilidad a los hinchas.
Hasta 58 personas perdieron a un padre o una madre en la tragedia. Algunos de ellos han acudido cada día a las sesiones del juicio. Las familias de las víctimas, a través de un comunicado, han declarado que las conclusiones del jurado “compensan completamente” la larga lucha por la justicia.
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