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22ª jornada de Liga BBVA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Deprisa o despacio, decide Messi

Ramon Besa
Messi, durante el partido en San Mamés.
Messi, durante el partido en San Mamés.Juan Manuel Serrano Arce (Getty Images)

Los partidos más temidos en las épocas de gobierno del Barcelona se han convertido en los más agradecidos desde la llegada de Luis Enrique al Camp Nou. Al técnico le encantan los encuentros contra equipos como el Athletic y más si se juegan en San Mamés. Agradece el ambiente caliente de la grada, la presión intimidadora de la hinchada, la militancia activa de la afición de Bilbao. Huele la hierba, admira el césped corto y rápido para que silbe la pelota y suenen los tacos, siempre afilados en las botas del plantel rojiblanco ahora entrenado por Valverde. Y aplaude el ritmo de la contienda, el intercambio de golpes en el cuadrilátero, imposible parar o encontrar un resuello, desbocados los jugadores, sin posibilidad de negociar, especular o madurar el partido, como ocurría en los tiempos de dominio de los medios del Barça.

Ahora mandan los delanteros, tres puntas espléndidos cuando atacan el espacio, imposibles de defender en campo abierto, como pasó en San Mamés. Neymar se ofrece en cada jugada, dispuesto para el cuerpo a cuerpo, desequilibrante con sus gestos técnicos, indetectable para la zaga del Athletic. A Luis Suárez le cuesta encontrar la portería cuando necesita controlar la pelota y dar continuidad a la jugada, igual da que sea en Bilbao que en Barcelona. El uruguayo acostumbra a ser definitivo en cambio cuando remata de primeras, como en el Liverpool —así marcó 19 de sus 31 goles—, o ayer en el 0-2 —su sexto tanto de la temporada, tercero en la Liga—, definitivo después de que Iraizoz le sacara un cabezazo a quemarropa a centro de Messi. El 10 fue de nuevo el jugador 10 del Barcelona.

Ahora mandan los delanteros, tres puntas espléndidos cuando atacan el espacio

Afortunado en la falta del 0-1, Messi estuvo excelso en sus intervenciones, todas disuasorias para suerte del Barça. La pausa del argentino resultó definitiva frente al vértigo propuesto por el Athletic, que salió como un búfalo hacia Bravo, estupendo en la mayoría de sus selectivas intervenciones, alguna de mérito y una discutible, la del 1-2 de Rico. Messi tiene la delicadeza que precisa cualquier equipo que se bata con la zamarra desabrochada, también el Barça. La inteligencia del 10 en la lectura del juego es tan capital como su efectividad: 24 goles en la Liga, 34 en lo que va de temporada, 16 en 21 partidos ante el Athletic, 11 desde el famoso partido de Anoeta.

La facilidad azulgrana para dar con el marco rival contrasta con su dificultad para domar el cuero y por extensión regular el choque, más intenso el equipo que lúcido, mejor dispuesto para los balones divididos que para buscar las superioridades en el círculo central, olvidada ya su vieja idea de ganar campo a partir de la pelota, cada vez más difícil salir del área y del acoso contrario a partir de los centrales o con Busquets. La velocidad y la profundidad no siempre juegan a favor, y así se apreció en un balón perdido por el propio Messi. Arriesgó el 10 en un pase y de la contra del Athletic llegó el 1-2 de Rico. La respuesta del argentino fue terminal después de un contragolpe armado a partir de una acción en que pidió penalti el Athletic. Suárez interpretó fenomenalmente su función de extremo y puso el cuero en el segundo palo para el tiro mordido de Messi, que acabó en la red de Gorka tras dar en De Marcos.

El partido se había puesto cada vez más rápido, amenazadas las dos porterías, vencidos los guardametas, más veces el del Athletic por la calidad de los delanteros del Barça. Neymar puso el 1-4 después de una nueva maniobra de Messi y Aduriz contó su gol 100. Y, por fin, después de cuatro minutos frenéticos, cuando igual podía llegar el tercero del Barça que el segundo del Athletic, se paró la máquina: 2-4. Momento para descansar después de una noche trepidante, de fútbol directo y cambiante, incluso loco, resuelto por la calidad de los tres delanteros azulgrana, de nuevo goleadores en San Mamés, un estadio en el que los barcelonistas solo habían ganado en una de sus cinco visitas desde 2013. El Barça es incontenible cuando supera la primera línea de presión y el cuero llega a Messi.

No es fácil concentrarse o parar atención, sino que se impone dejarse llevar por el arrebato de Luis Enrique y entregarse al 10, que participó en todos los goles y no quiso irse de Bilbao sin asistir a Pedro, el cuarto delantero que entró por Suárez, para el 2-5. Si Messi está en forma, da igual jugar deprisa que despacio: el Barça cuenta nueve triunfos desde Anoeta y se ha puesto a un punto del Madrid.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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