La república de Messi
El Camp Nou mima a La Pulga sin atender a sus ausencias en los duelos capitales del curso
Cuentan desde el Barcelona que la intención de Martino de escorar a Messi ante el Atlético tenía un trasfondo que hizo torcer el gesto al argentino. “No queríamos que participara tanto”, resolvió el técnico tras la derrota y consecuente descabalgada de Europa, después de que el 10 hiciera mutis por el foro cuando más se le reclamaba; “queríamos que encarara a su lateral izquierdo”. Pero Leo no retó nunca a Filipe Luis, siempre con la diagonal en el entrecejo, lejos del balón y del área rival. La intención de Martino, sin embargo, era que La Pulga no bajara a buscar balones porque quería que el juego fluyera rápido, que al Atlético no le resultara fácil recomponerse porque su equipo se quedaba sin punto final, toda vez que no había extremos naturales. No le salió la jugada a Martino y menos a Messi, que apenas corrió un kilómetro y medio más que Pinto en el partido, también ausente después ante el Madrid en la final de la Copa y no menos desteñido ante el Granada cuando la Liga estaba en juego. Pero nada de eso le importa al Camp Nou, que abrazó sin miramientos a La Pulga, a su jugador franquicia, al mejor del mundo, a su verdadero amor.
Molestó en el Barça, en cualquier caso, que Messi no respondiera ante la exigencia de la temporada, sobre todo porque entienden que aceptaron la sugerencia familiar a favor del nuevo técnico del mismo modo que se le concedieron caprichos como irse a Argentina a hacer una pretemporada particular en medio del curso y tras una lesión, como renovar a Pinto por la amistad que mantienen o retocarle sucesivamente los contratos —la nueva negociación la llevan directamente el padre de Leo con el presidente Bartomeu— para adecuar su categoría universal al salario, para corregir la escala salarial rota por Neymar. Una negociación, según desveló Xavi Torres en Sport, que se complica porque el Barça hace el juego del trile. Un mejunje que ha dado con el Messi más mustio, por más que desde el club y el vestuario dicen desconocer el motivo de la desconexión.
Sin recobrar su versión estratosférica, Leo fue ante el Athletic el mejor, el peligro con botas. “No creo que Messi haya cambiado, sino que fue un partido donde se pudo desplegar mejor”, resolvió Martino. Iniesta también opinó: “La trascendencia de Leo es brutal en el juego del equipo. Es cuestión de todos cuando las cosas salen bien y cuando salen mal”. Y Zubizarreta añadió: “Los grandes jugadores también son personas y Messi lleva muchos años rindiendo a gran nivel. A veces pensamos que los futbolistas son robots y puede haber algún día que no rinda por lo que sea”.
Estoy muy feliz. Me da placer la forma que tiene de responder. Leo no se defiende con la boca, no habla, sino que lo hace jugando” Tata Martino
Convicción que comparte la afición, que le abrazó desde el primer momento y le alimentó con mimos como reclamó Bartomeu el día anterior. Quedó claro en el minuto siete, justo cuando tocó por primera vez el balón, cuando se marcó un eslalon vitoreado por el Camp Nou. Así, participativo porque retrasó en ocasiones su posición —lo que trató de difuminar Martino ante el Atlético—, el 10 soltó un pase estupendo a Pedro, que no logró finalizar. Y en la siguiente jugada ocurrió lo mismo pero al revés, toda vez que Pedro asistió y Messi no supo resolver ante Iraizoz. Algo que tampoco le importó a la hinchada, que le coreó de nuevo, como siempre ha hecho, como repitió en otro claro remate errado.
No era un día de muchedumbre, con la segunda peor entrada de la temporada en la Liga con 57.090 espectadores, solo por delante de los 56.335 que acudieron ante el Málaga. Síntoma inequívoco de que el Barça ha perdido imán con la afición. Quizá por eso cuajó poco la iniciativa de un grupo de socios bajo el nombre de Manifest Blaugrana para solicitar que se convoquen elecciones anticipadas. Había, además, mucho turista en la tercera gradería y el socio que acudió al campo fue para animar, hasta el punto que los pañuelos durante el himno previo al duelo se podían contar con las manos
Hasta que llegó el gol de Aduriz, cuando se entonó el famoso “¡Fuera, fuera!” y se encadenó una pita de un minuto silenciada por unos briosos y renovados ánimos. Aunque nadie puso en duda a Messi, república independiente, por más que tampoco corriera en exceso, sobrado como va cuando quiere. Así que no extrañó su gol de falta que resolvió el partido ni su última aclamación como postre. Martino lo festejó con una sonrisa de oreja a oreja: “Por cualquier jugador me pondría feliz, pero en su caso, estoy especialamente feliz porque me da placer la forma en que tiene de responder. Él no se defiende con la boca, no habla, sino que lo hace jugando a fútbol”.
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