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El Madrid enfila Milán

Los de Laso vuelven a superar a Olympiacos (82-77) y se quedan a un paso de la Final Four

Faustino Sáez
Felipe Reyes lanza ante Dunston.
Felipe Reyes lanza ante Dunston.GERARD JULIEN (AFP)

Estirando el umbral de resistencia, conteniendo con firmeza al enemigo, labrando la victoria en defensa y cincelándola en ataque, refrendando su hambre y fiabilidad, el Madrid derrotó a Olympiacos por segunda vez en tres días y enfiló la final four. Era el 2-0 en la serie y la reserva del billete a Milán. Liderados por la garra de Bourousis (19 puntos y 10 rebotes), la solvencia de Mirotic y la productividad de Llull y Rudy, los de Laso tumbaron a la tropa de Spanoulis, tan correosa como desenfocada (8 de 21 en triples; 15 de 27 en tiros libres). El lunes, la eliminatoria pone rumbo a Atenas y los blancos disponen de tres balas para dar el tiro de gracia al vigente campeón.

Tras el primer partido de la serie, la pugna se instaló en el territorio de la intensidad. El conjunto griego se quejaba en la víspera por lo que entendía fingimiento reiterado de los blancos, mientras que en las filas madridistas se felicitaban por haber equilibrado el nivel de dureza física y mental de su contrincante. Frente a frente el intento de influir en la línea editorial del arbitraje de la eliminatoria y la sobrexcitación como impulso vital. Y así arrancó el segundo asalto. Desatado de revoluciones. No quería Olympiacos conceder un parcial de salida como el del martes (27-12) y edificó su propósito de enmienda aumentando las vueltas de tuerca en defensa y diversificando el ataque. Les funcionó lo segundo, con la fibra de Dunston y, de nuevo, con la aparición de Printezis. Pero no acertaron a contener el caudal ofensivo de los blancos. Llull y Rudy desde el perímetro, Bourousis en la pintura y Mirotic por todos los lados fueron desmontando con paciencia la contención de la tropa de Bartzokas. Tras unos minutos de intercambio de golpes (15-15, m. 6), los de Laso estiraron el marcador (30-21, m. 9) agarrados a su acierto desde el 6,75 (5 de 8 en el primer cuarto por un 1 de 2 de su rival).

R.MADRID, 82 - OLYMPIACOS, 77

Real Madrid: Llull (11), Darden (2), Rudy (15), Mirotic (14) y Bourousis (19) -equipo inicial-, Rodríguez (11), Slaughter (2), Díez, Mejri y Reyes (8).

Olympiacos: Spanoulis (18), Mantzaris (2), Papapetrou (4), Petway (12) y Dunston (12) -equipo inicial-, Shermadini, Sloukas (3), Printezis (10), Collins (3) y Lojeski (13).

Árbitros: Guerrino Cerebuch (ITA), Tolga Sahin (ITA) y Sasa Maricic (SRB). Sin eliminados.

10.753 espectadores en el Palacio de Deportes.

Tras el respiro entre actos y mientras Bartzokas repasaba el prospecto para aplacar la fiebre, se sumó a la cita Felipe Reyes. Puntual como siempre y atinado como en sus mejores tardes, el capitán madridista destartaló a Olympiacos con ocho puntos consecutivos (2 de 2 en triples) que, unido a un triple más de Sergio Rodríguez, otorgaron a los blancos su máxima ventaja (41-27, m. 15). Marca el libro de instrucciones de los duelos intrincados la necesidad de tensar la cuerda y presumir de carácter. Atendiendo a esa circunstancia, ambos conjuntos volvieron a aplicar cera sobre el parquet. Pero mientras los de Laso la utilizaron para abrillantar su juego de ataque desde una defensa firme, los de Bartzokas patinaron en una indefinición sobrada de músculo y limitada de criterio.

Con Spanoulis en el banquillo (apenas jugó los últimos 57 segundos del cuarto) y Collins a los mandos, Olympiacos se enredó en labores de carpintería mientras el Madrid se trabajaba la ebanistería fina. Los tapones de Mejri y la conexión entre Sergio Rodríguez y Bourousis mantuvieron el trabajo de Felipe. Apenas el atlético Petway ofrecía soluciones en ataque a Bartzokas. En estas reaparecieron los piques y las cuentas pendientes y llegó una antideportiva de Collins a Rudy como episodio para elevar la temperatura y consolidar manías persecutorias. Para entonces el Madrid perdía el rebote, pero las pérdidas (10) y la errática secuencia en los tiros libres condenaban a Olympiacos (53-44, m. 20).

Como en el primer asalto, el ritmo y la iniciativa eran cosa del Madrid. Sin embargo, Spanoulis se puso manos a la obra para enderezar el rumbo de los suyos y, con dos triples a la vuelta de los vestuarios, enjugó parte de la desventaja (55-52, m. 22). Entonces volvió Rudy para darle la réplica. Con el traje de luces de los partidos grandes, hipermotivado e hiperactivo, el mallorquín volvió a reclamar los galones de primer espada y, a su estilo, relanzó al Madrid con un parcial de 8-0 (63-52, m. 25) que restituyó el dominio blanco.

Sin Draper ni Carroll (de baja), con poco de Mejri y casi nada de Slaughter (tocado de la rodilla derecha y con apenas 10 segundos de participación en los primeros 30 minutos) la rotación madridista perdió profundidad y resuello, viveza y variantes. Más enigmático era el movimiento de fichas de Bartzokas, que no dio carrete a Simmons (atinado en el primer partido), dosificó a Printezis y le redujo la cuota a Shermadini. El partido entró en un atolladero con el Madrid incapaz de agilizar la transición y Olympiacos dominando el rebote ofensivo pero ofuscado desde el triple (7 de 18, m. 35). Cada viaje al aro era un suplicio para los dos equipos, extenuados por la intensidad de su pulso (12 pérdidas del Madrid y 14 de Olympiacos). Lojeski y Spanoulis calibraron las posibilidades de remontada y punto a punto acortaron la diferencia y aumentaron la intriga (79-74, a 47 segundos del final). No les dio para más y el Madrid puso el 2-0 en la serie. En los cinco años en los que se lleva disputando el playoff de cuartos al mejor de cinco partidos nadie remontó ese resultado. Olympiacos debe ganar a los blancos tres partidos en una semana, los mimos que han perdido los de Laso en seis meses de competición y 58 encuentros oficiales. Milán a la vista.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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