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FÚTBOL | Semifinales de la Copa del Rey

El Madrid aprovecha los regalos

Dos fallos de Aranzubia llevan al Madrid a la final después de nueve años de ausencia

El Madrid encontró la ayuda necesaria para alcanzar la final de Copa en el año de su centenario. Le ayudaron Aranzubia y algunos mediocres defensas del Athletic. Por su ineficacia llegaron los dos goles que sacaron al Madrid de un encuentro que comenzaba a presentarle complicaciones.

Lejos del estado de gracia que alcanzó apenas hace un mes, no le faltó voluntad y sacrificio, cualidades estimables que ocultaron cierto empacho en el fútbol del equipo.

REAL MADRID 3| ATHLETIC 0

Real Madrid: Casillas; Michel Salgado, Pavón, Karanka, Roberto Carlos; Helguera, Makelele; Figo, Zidane (Solari, m. 67), Raúl (Munitis, m. 88); y Morientes (Guti, m. 60).

Athletic: Aranzubia; Javi González, Vales (Etxeberria, m. 60), Larrainzar, Felipe; Alkiza (Orbaiz, m. 83), Carlos García; Ocio, Tiko, Ezquerro (Yeste, m. 74); y Urzaiz.

Goles: 1-0. M. 51. Figo saca un córner; Aranzubia falla en el bloqueo, el balón pega en Larrainzar y se cuela en su portería.

2-0. M. 58. Helguera lanza en profundidad, Aranzubia mide mal su salida y Raúl cabecea a puerta vacía.

3-0. M. 74. Roberto Carlos, a la contra, juega con Solari, que centra sobre Guti y marca ante la salida de Aranzubia.

Árbitro: Rodríguez Santiago. Amonestó a Alkiza, Zidane, Michel Salgado, Raúl, Carlos García y Larrainzar.

Lleno en el Bernabéu, unos 80.000 espectadores. Vuelta de semifinales. El Madrid se clasifica por el tanteo global de 4-2 y jugará la final el 6 de marzo frente al Deportivo.

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A día de hoy, el Madrid no está fino, pero es toda una potencia que no puede recibir favores como los concedidos por el decepcionante Athletic. Dos errores gravísimos castigaron al Athletic, que pagó la incompetencia de algunos de sus defensas y la sospechosa debilidad de Aranzubia en el juego aéreo.

En los mentideros se habla desde hace tiempo de esa carencia en el portero que salvó a su equipo en el primer partido. Pero allí se le midió en los mano a mano con Morientes. Esta vez fracasó en dos centros sencillos de interceptar, una minucia para un portero solvente.

Aranzubia no agarró ninguno de los dos, ante la perpleja mirada de su equipo. Pero tampoco le ayudaron los defensas, extremadamente limitados en la técnica. Larrainzar se enredó de mala manera en el primer gol y dejó la pelota en la red. Fue la consagración de las penurias que padecieron Felipe y el propio Larrainzar, que se encontraron con un artefacto cada vez que tenían que mover el balón.

Del segundo tanto se encargó Aranzubia personalmente. Perdió el oremus y se vio sobrepasado por un balón blandito que jamás debió comprometerle. Recién había comenzado el segundo tiempo, y todo lo que vivió el Athletic fue un calvario, mientras crecía la marea del Madrid, en medio del entusiasmo de su hinchada, que había pasado un mal rato en el primer tiempo. El equipo no carburaba y había motivos para pensar en un partido complicado. Cuando el portero y la defensa del Athletic hicieron su pésimo trabajo, ya no hubo más historia: Chamartín se dio a la fiesta.

Hubo más atmósfera que partido, con los dos equipos presos de la tensión de la noche. En el campo había mucha historia y grandes expectativas. El Athletic viene de una larga travesía, ajeno desde hace demasiado tiempo a los títulos y a los grandes acontecimientos. Tampoco le sobra clase — como se vio repetidas veces en sus incompetentes defensas — pero la posibilidad de alcanzar la final de Copa activó alguna vieja cualidad.

Fue un equipo sin juego pero, al menos en el primer tiempo, con vigor y sacrificio, dispuesto a aprovechar sus recursos frente a un equipo trufado de estrellas. Al Athletic, que muchas veces se ha ablandado en Chamartín, no le faltó intensidad en este partido crucial. Al Madrid tampoco, y hasta pareció afectado por tanta tensión. Contrariamente al Athletic, el Madrid es un habitual de estas citas. Sin embargo, durante buena parte del duelo estuvo acorchado, sin capacidad para ofrecer el juego fluido que se espera de gente como Zidane, Roberto Carlos, Figo y Raúl.

Apenas hubo ocasiones en el primer tiempo, ninguna reseñable. El ataque del Madrid se resumió en un cabezazo de Morientes y una cabalgada de Helguera. En la otra portería no ocurrió nada durante mucho tiempo. El Athletic no estaba diseñado para goyería. Heynckes sacó su acorazada particular, gente grande para chocar y superar al Madrid por alto. Por si acaso, añadió un libre a la defensa y eliminó a Etxeberria de la alineación. El mensaje era todo un síntoma del partido que pretendía: trabado, de desgaste físico, precavido.

El Madrid tardó mucho en tocar la tecla justa. Entre sus cracks, sólo Figo tuvo presencia en el primer tiempo. Apareció por todo el frente del ataque, pidió juego siempre y amenazó a la defensa del Athletic. Otra cosa fue el resultado de su actuación. Mezcló aciertos y errores, pero no se borró nunca. De los otros famosos, Zidane resultó intrascendente, Roberto Carlos no metió el pistón casi nunca y Raúl no remató en la primera parte, cosa demasiado frecuente en los últimos partidos. Y sin el gatillo del Raúl, el Madrid resulta inesperadamente plano, porque Morientes ha regresado al lánguido estado del arranque de la temporada.

No hubo noticias del ataque del Athletic durante el primer tiempo. Cuando apareció estuvo a punto de dar un vuelco al partido. Aquel pase de Urzaiz encontró a Alkiza solo frente a Casillas, pero al centrocampista le perdió la zurdera. Estaba mal perfilado y envió la pelota fuera. Se hizo el silencio en Chamartín y un instante después estalló de entusiasmo. Falló Aranzubia, se enredó Larrainzar y el Madrid se encontró con el gol que necesitaba.

Con el segundo tanto, al Athletic entró en un estado de necesidad que volvió a confirmar los problemas defensivos del Madrid, pero tampoco sufrió en exceso. Al excelente partido de Tiko —jugador que progresa a ojos vista— no se añadió nadie en su equipo. Un buen cabezazo de Urzaiz y una excelente vaselina suya quisieron dar algo de picante al partido, pero todo estaba preparada para los sucesivos contragolpes del Madrid, que a última hora se encontró con la mejor versión de Aranzubia. La peor la había ofrecido antes, y fue definitiva para la eliminación del Athletic.

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