El independentismo llama a su puerta
Ocho mil Voluntarios se movilizan para hacer una encuesta sobre la secesión
Después de movilizar a centenares de miles de ciudadanos durante tres diadas consecutivas, el independentismo catalán se echó ayer de nuevo a la calle con un nuevo formato. Ocho mil voluntarios recorrieron 60 ciudades y municipios para realizar una megaencuesta puerta a puerta sobre las prioridades ciudadanas en caso de secesión.
El arranque de la campaña Ara és l'hora 9-N. Fem un país nou (Ahora es la hora. 9-N. Hagamos un país nuevo) tuvo como epicentro Badalona, la tercera ciudad más poblada de Cataluña y que es la principal alcaldía del PP en esta comunidad. Allí se concentraron los líderes de los partidos soberanistas para arropar a Carme Forcadell y Muriel Casals, presidentas de la Asamblea Nacional Catalana y Òmniun Cultural, respectivamente, las dos asociaciones impulsoras de la campaña.
“El Tribunal Constitucional no decidirá nuestro futuro, ni el Gobierno español, ni el Estado español. Lo decidirá nuestro parlamento y nuestro Gobierno”, proclamó Forcadell para insuflar ánimos a los concentrados, que acabaron profiriendo los habituales gritos a favor de la independencia.
Tras los parlamentos, los 2.300 voluntarios que acudieron a Badalona se disgregaron por la ciudad en parejas, con una placa que les identificaba, una carpeta con las encuestas y las viviendas que tenían que visitar. “Si os reciben mal, no discutáis. Responded ‘buenos días’ y adiós”, les advertía la organización a los encuestadores, entre los que se fundieron diputados, senadores y cargos públicos de los partidos soberanistas: CiU, Esquerra, Iniciativa y la CUP. La consejera de Educación, Irene Rigau, se sumó al acto.
"Si os reciben mal, no discutáis. Responded buenos días y adiós".
“Responded en la lengua que os hablen y si no os abren, dejad la encuesta en la puerta”, sugería también la organización. A cada pareja de encuestadores se les atribuyeron 30 viviendas de la ciudad perfectamente identificadas en la carpeta con un plano, trípticos informativos y un pequeño bloque de notas en agradecimiento por la colaboración. Después de rellenar la encuesta se preguntaba al ciudadano si querían ceder sus datos personales y firmaban la autorización para el tratamiento de los datos.
Los voluntarios que hicieron el puerta a puerta eran personas de todas las edades y profesiones. Como Marc, un ingeniero de telecomunicaciones que acabó la carrera hace dos años y que se gana bien la vida con la empresa que creó junto a un compañero de promoción. La pareja que le tocó fue Esther Capella, senadora de ERC, y que fue la encargada de preguntar a los vecinos si querían responder.
“Esto de la independencia es muy cansado porque te obliga a hacer un esfuerzo todo el día para explicar lo que defiendes. Yo lo que tengo ganas es de conseguirlo de una vez”, explicaba Capella. La zona que le correspondió era como jugar en casa, en el barrio Centro de Badalona, un feudo electoral nacionalista. La mitad de los vecinos no respondieron a la llamada y solo dos no quisieron abrir. Los que lo hicieron eran ciudadanos convencidos. Las banderas catalanas y esteladas que tenían en sus balcones les delataban.
Ganas no le faltaban a Miquel y Ruán. El primero, un creativo publicitario de 47 años, acudía a la cita al barrio de Bufalà con su primeriza Miranda, de apenas un año, en su mochila portabebés. El segundo, Ruán, un mexicano del D.F. que lleva más de trece años viviendo en Barcelona, y a la que ha escogido como su ciudad de adopción.
Los dos compañeros consiguieron que más de la mitad de los vecinos que tenían asignados les escuchasen. Las respuestas: muy variadas. Desde los más tajantes: “Lo tengo claro, España es mi país”; los más escépticos: “Mismo perro, distinto collar”; hasta los más dubitativos: “Iré a votar, pero todavía no sé qué votaré”. Sin embargo, los dos voluntarios se marchan satisfechos: “Estamos cambiando las cosas, mejorando el futuro”.
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