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JOSÉ MARÍA RUIZ SOROA | Abogado y coautor de ‘La secesión de España’

“El PNV tendrá que hacerse mayor algún día y decir lo que quiere”

José María Ruiz Soroa señala que los vascos han estado cómodamente en España desde hace cinco siglos

Pedro Gorospe
José María Ruiz Soroa, en su despacho.
José María Ruiz Soroa, en su despacho. FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

José María Ruiz Soroa, (Bilbao, 1947) cree que ha llegado el momento de la claridad terminológica y de que los ciudadanos sepan cuáles serán las consecuencias del separatismo.

Pregunta: ¿Usted comparte que España tiene dos problemas, Euskadi y Cataluña?

Respuesta: Desde el ámbito de la integración territorial, desde hace más de un siglo, si.

P. ¿Hay recetas para solucionarlo?

R. No. Yo soy orteguiano. Hay recetas para sobrellevarlo, no para solucionarlo. En el debate sobre el Estatuto de Cataluña de 1932 entre Ortega y Azaña, el primero decía que son problemas que hay que conllevar civilizadamente.

P. ¿Y cómo sobrellevarlo?

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R. El federalismo, como lo ha definido Juan José Linz, es un buen sistema para conllevar problemas de este tipo y hacerlo de forma civilizada y fructífera, aunque no los resuelva.

P. ¿Y los vascos, tienen un problema con España?

R. No. Los vascos han estado muy cómodamente en España desde hace cinco siglos. A partir de Sabino Arana, sólo los nacionalistas empiezan a tener serias dificultades para llevar su propio sentido de lo que son, con lo de ser españoles.

P. ¿El derecho a decidir es un eufemismo?

R. La estrategia nacionalista pasa por no llamar a las cosas por su nombre. Secesión suena a ruptura, no tiene connotaciones positivas, derecho a decidir sí. En Canadá ya se comprobó que con la palabra independencia había un 20% que se descolgaba, pero que aceptaba si se hablaba de soberanía. Si el derecho a decidir es el derecho a separarse de España tiene unas consecuencias. Si el derecho a decidir es elegir el modelo de relación con España tiene otras. Desde el punto de vista del derecho no existe un derecho a la secesión. Existe el de autodeterminación pero como dicen las Naciones Unidas, no es un derecho a la secesión.

P. ¿Entonces cómo ve esas reclamaciones?

“En Canadá un 20% se descolgaba de la independencia, no del soberanismo”

R. Son legítimas y la democracia debe de dar respuesta razonada y suficiente a cualquier demanda legítima que hagan uno, o varios o muchos ciudadanos. Responder sin más con un “no” porque nuestra Constitución no lo admite es insuficiente.

P. ¿Y cabe una respuesta suficiente en la Constitución?

R. Sí. Como dijo el Tribunal de Canadá tras el segundo referéndum en 1998, una demanda de este tipo tiene que tener dos principios básicos, el de legalidad — sin derecho no hay convivencia— y el principio democrático —las mayorías cuentan para algo— y lo ha dicho el Constitucional español ahora también, al pedir que se conjuguen legalidad y mayorías. El problema es que el debate público español es pobrísimo y los políticos no hace nada por clarificarlo. El último ejemplo es la Generalitat diciendo que Cataluña estará en la UE y la UE diciendo que no. Esto es una comedia.

P. ¿Y en una eventual secesión qué pasa con los ciudadanos discrepantes?

R. Sobre eso sí hay precedentes. Una resolución de Naciones Unidas y un Convenio del Consejo Europeo establecen que la ciudadanía tiene derecho a elegir si adquiere la nueva o se queda con la anterior. ¿Qué pasaría si el 40% decide en Euskadi que quieren quedarse con la ciudadanía española? Entonces sí habría un problema nacional.

P. El discurso nacionalista habla de soberanía como vía para el bienestar. Ustedes precisan en su libro que la independencia haría caer del 10 al 13% del PIB.

R. Se basa en el efecto de una frontera. El 35% del comercio de Euskadi con España se vería afectado en un proceso de adaptación hacia otros mercados.

P. ¿Y la Seguridad Social?

R. Como dice el profesor Rodríguez Mora, el caso de Euskadi es un caso marciano porque en el terreno fiscal no aporta nada, no es como Cataluña. En Euskadi la independencia no mejoraría los flujos fiscales, pero en Seguridad Social si afectaría porque tiene las pensiones más altas, y unas aportaciones insuficientes para cubrir esos gastos.

P. Ya ha arrancado la ponencia del nuevo Estatus Político vasco. ¿Cómo la ve?

R. No entiendo por qué pasamos de Estatuto a Estatus, pero parece que en ese tránsito hay algo importante implicado. El nacionalismo, que lo ha inventado debiera de ser más claro. Yo entiendo perfectamente lo que quiere el independentismo. Pero qué es lo que quiere el PNV no lo sabemos porque se refugia en términos vagos y vaporosos como soberanía, derecho a decidir...

P. Sin embargo esa ambigüedad terminológica es un activo electoral.

“Naciones Unidas da el derecho de tomar la nueva o la anterior ciudadanía”

R. Sí porque les permite apuntarse al nacionalismo sin sus consecuencias. Lo que nosotros proponemos es la claridad como método, digamos lo que queremos y veamos cómo hacerlo, pero cesando la política del emborronamiento sistemático de lo que queremos. Algún día el PNV tendrá que hacerse mayor, dejar el péndulo, y decir lo que quiere con claridad, dejando de contentar a todos.

P. Usted se define como unionista. ¿Está jugando también con las palabras y los conceptos?

R. No, en absoluto, lo he usado porque se ha usado despreciativamente. La izquierda abertzale nos llamaba unionistas, intentando cargarnos con el sambenito de los unionistas irlandeses que eran terroristas. Yo no soy irlandés. Abraham Lincoln y quienes le apoyaban eran unionistas en la guerra de secesión norteamericana. No me da ninguna vergüenza decir que soy unionista como Lincoln, y creo que lo mejor para mi país es que se mantenga dentro de España. Los términos reales del debate son separatismo y unionismo. Sólo si decidimos que vamos unidos veremos cómo lo hacemos, si en una federación, confederación, estado centralista o mediopensionista...

P. ¿Sigue siendo este un país de trincheras?

R. Si en muchos temas si, no se debate de verdad. Si se reconoce la plena legitimidad del separatismo hay que hacer lo mismo con el unionismo o españolismo. Cerrar el debate con palabras previas es absurdo.

P. ¿Cómo está viviendo el fin de ETA?

R. La violencia de ETA se ha acabado. Lo que no acabamos de ver es el final de ETA. Hay intereses en seguir hablando de una paz que no ha llegado todavía, de una reconciliación que llegará... ETA se ha acabado, es historia, que deje las armas en un agujero o que las queme es igual, y los presos van a tener que cumplir con la ley y en función de su comportamiento tendrán un cumplimiento de penas u otro, pero es un problema de los presos, no de la sociedad. A partir de ahí el resto del debate no acabo de comprenderlo racionalmente. Todo es un globo político. Lo que hay que hacer es aprender a convivir.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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