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“No pagaremos por los desperfectos de Calatrava en el Palau de les Arts”

La Generalitat sostiene que el arquitecto debe reparar las ‘arrugas’ del Palau de les Arts Los técnicos se debaten entre arrancar o anclar el ‘trencadís’

Ferran Bono
Los abombamientos en el 'trencadís' recorren como arrugas el cascarón de la fachada del Palau de les Arts de Valencia.
Los abombamientos en el 'trencadís' recorren como arrugas el cascarón de la fachada del Palau de les Arts de Valencia.MÒNICA TORRES

Lo dicen de forma muy tajante: “Lo que tenemos muy claro es que no vamos a pagar un euro por los desperfectos de Calatrava en el Palau de les Arts”. Fuentes de la Generalitat se refieren a las arrugas que recorren la fachada del Palau de les Arts de Valencia con tan solo ocho años de vida y tras un desembolso de 478 millones de euros, de los que 44 millones correspondían a los honorarios de su arquitecto, Santiago Calatrava.

Un primer informe de los técnicos, encargado por el Consell, se inclina por arrancar toda la malla del trencadís (mosaico de fragmentos cerámicos) para corregirlo y reponerlo. También se contempla la instalación de un nuevo anclaje del material que recubre las planchas de acero, entre otras posibilidades. De hecho, técnicos de la Ciudad de las Artes y las Ciencias (CACSA) de Valencia mantiene contactos con el estudio de Calatrava para buscar una solución duradera para los abombamientos causados, muy probablemente, por la diferencia en el coeficiente de dilatación de la cerámica y el metal o por la inexistencia de juntas de dilatación, según diversos expertos consultados.

Todavía se está ultimando el informe definitivo, pero el propósito del Consell es mostrar firmeza y trasladar a Calatrava la responsabilidad de la reparación por ser el arquitecto del teatro de la ópera y el director de las obras o a la constructora. En esta línea se expresó el pasado viernes el vicepresidente del Consell, José Ciscar, cuando anunció que se completará el informe técnico con uno jurídico para exigir “algún tipo de responsabilidad” por las “deficiencias”, al margen de la cobertura del seguro.

Una ópera millonaria

20.000 metros cuadrados de trencadís recubren la fachada del Palau de les Arts y también las paredes de sus salas.

478 millones de euros es el coste de la ópera, según los datos que dio CACSA al diputado de EU Ignacio Blanco. Calatrava cobró 44 millones por sus honorarios.

16,7 millones fue el desembolso para arreglar los desperfectos en 2007 de la inundación de la ópera.

200 butacas, un 12% del aforo de la sala principal, fueron suprimidas en 2007 porque o no se veía el escenario o la visión era reducida.

El Consell admite públicamente tales deficiencias y obvia la primera reacción oficial de CACSA a la denuncia de desperfectos en la fachada que realizó la diputada de Compromís, Mònica Oltra, despachada como un efecto óptico de la luz. De hecho, una de las primeras eventualidades que ha comprobado el Consell es que si los abombamientos desembocaran con el tiempo en desprendimientos del trencadís, como pronostican los expertos, estos caerían sobre los estanques de agua que circundan el edificio y, presumiblemente, no provocarían daños personales.

Esa firmeza que pretende mostrar ahora el Consell supone un cambio de rumbo en el trato al intocable Calatrava, cuyas obras de indudable impacto visual y proyección internacional han funcionado como mascarón de proa de la grandeur de la Generalitat presidida por el PP. El Consell daba rienda suelta a la imaginación del arquitecto e ingeniero valenciano y permitía que presentara los proyectos sin cerrarlos modificándolos sobre la marcha, con el sobrecoste consiguiente. El Palau de les Arts es un caso paradigmático. Su multiplicó por cuatro el presupuesto inicial previsto.

Desde el Gobierno de la Generalitat se reconocía en privado que “cada ocurrencia” de Calatrava costaba al erario público “un millón de euros”, pero se puso fin a los hitos. Se levantó el Agora (102 millones de euros de coste, sin acabar y sin uso concreto), y se compró un proyecto de tres rascacielos por 15 millones de euros.

Los tiempos han cambiado. Al azote de la crisis y de la alarmante situación económica de la Comunidad Valenciana se han sumado, además, actuaciones que ponen en entredicho los años de permisividad. Hace unos días, el Tribunal de Cuentas italiano fijó una vista contra Calatrava y tres ingenieros acusados de “daño” al erario público por errores durante la construcción del puente que diseñó para Venecia, cuyo coste pasó de cuatro a 10 millones de euros.

Butacas ciegas y auditorio al aire

F. BONO

El Palau de les Arts tenía un auditorio al aire libre en su boceto inicial. El tráfico aconsejó cerrarlo a Calatrava. Se cerró y la acústica era tremenda. Se volvió a levantar con un coste de unos seis millones de euros. Fue una de las numerosas modificaciones de la ópera. Ahora presenta un aspecto impactante, aunque a lo largo del año sólo es utilizado para algunos conciertos sinfónicos y poco más. Se diseñó a escasos metros del consolidado audiorio sinfónico del Palau de la Música. Tampoco se puede emplear al mismo tiempo que la sala principal de la ópera porque hay contaminación acústica entre ambas.

El día en que se inauguró el Palau de les Arts en 2005, el brillante sonido de la nueva Orquestra de la Comunidad Valenciana y la acústica de la sala principal fueron elogiadas por los expertos, así como la incipiente programación; también se criticó la existencia de butacas ciegas, algo impensable en un teatro de nueva planta. Dos años después se reformó la sala y se redujo al aforo en un 12% para eliminar 200 butacas. Muchos más graves fueron los desperfectos ocasionados por la inundación ese mismo año, que obligó a levantar un murete en el antiguo cauce del Turia, para desviar el flujo natural del agua. Arreglarlo costó 16,7 millones de euros (que pagó el seguro, según el Consell). En 2006 se hundió la plataforma escénica. Son muchos incidentes para un edificio, cuya espectacularidad convirtió en icono de Valencia, pero que sólo mantenerlo vale 3,4 millones al año. Cómo compaginar su sostenimiento con una programación de calidad es el reto, aún mayor en tiempos de crisis.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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