Libertad de exclusión
"La Conselleria se ha echado al monte: si cada uno estudia donde lo hicieron sus mayores, se consolidará una sociedad clasista, los ricos con los ricos, los pobres con los pobres"
El ser humano resulta contradictorio: a menudo recorre una ruta y la opuesta. O peor aún: a veces dice una cosa y hace la contraria. Tenemos una buena muestra de ello en el comportamiento de los partidos políticos: como es sabido, el PSOE de Zapatero pasó de las medidas sociales a las antisociales en cuanto se encresparon los mercados; por su parte el PP de Rajoy ha incumplido sistemáticamente lo que prometió en su programa electoral como si nada. Buena parte de la desafección de los ciudadanos por la política tiene su raíz aquí. Sin embargo, aunque estos comportamientos nos irriten, los entendemos racionalmente. En uno y otro caso están guiados por el oportunismo y se justifican a cuenta de lo que suele llamarse el alma doble —la doblez del alma, diría yo— de los partidos. Lo que ya no puede entenderse con el intelecto es que las medidas adoptadas vayan directamente contra la supervivencia del partido de gobierno, esto es, cuando se practica un verdadero suicido político.
Consideren la postura del PP ante la educación. Sus dos almas, conservadora y neoliberal, están bien avenidas. Por un lado, tenemos la vieja tendencia confesional que les lleva a favorecer a la enseñanza privada. Por otro, su liberalismo de gente guapa que les conduce a postergar las lenguas minoritarias y a postular la enseñanza en inglés. Hasta aquí, todo era previsible, como lo era que la marea de recortes educativos se justifique con la excusa de que no hay dinero.
Pero de repente llega la Conselleria d’Educació y sustituye el criterio de proximidad por el de consanguinidad en nombre de la “libertad de elección”. Antes, en los centros concertados, tenían preferencia los vecinos del barrio; ahora, lo relevante será que tus familiares hayan estudiado también allí. Con lo cual el argumento conservador y el neoliberal se derrumban a la vez. Ya no se puede aducir que hay que favorecer la enseñanza religiosa porque protege a los escolares del libertinaje —argumento conservador— o porque, sin la coacción del estado, favorece un ambiente de libertad (¿) —argumento neoliberal—. La Conselleria se ha echado al monte: si cada uno estudia donde lo hicieron sus mayores, se consolidará una sociedad clasista, los ricos con los ricos, los pobres con los pobres. ¿Y la movilidad social, que era la base de la clase media? Ya no interesa, el PPCV ha pasado a comportarse como el Partido de los Poderosos de la CV. La pregunta es cuánto tiempo tardará la gente en darse cuenta de que, con el cuento de la libertad de elección, han declarado un estado de libertad de exclusión que convierte a sus hijos en parias. Cuidado con las exclusiones. Puede que el pueblo solo sepa armar “lío y algarabía”[SIC], como tal vez ocurra hoy en Madrid. Pero llega un momento en el que se cabrea y ya no hay marcha atrás. Como pasó el otro día en Barcelona.
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