Nueva York aprende a 'brujulear'
Un proyecto piloto ayuda a orientarse a los habitantes de Manhattan
Entre las muchas consecuencias del vacío dejado por la desaparición de las Torres Gemelas hay una que, aunque comparada con todas las demás es fútil, ha resultado de lo más engorrosa: sin las Torres resulta mucho más difícil orientarse en la ciudad. Cuanto el World Trade Center estaba en pie, salir del metro y buscarlo con la mirada era un rito bastante habitual, ya que esos rascacielos se podían ver desde casi cualquier esquina de Manhattan y ayudaban a colocarse en la telaraña urbana.
El Ayuntamiento es consciente de que sus ciudadanos -por no hablar de los turistas- tienden a desorientarse, y aunque es imposible perderse, porque la ciudad está construida como una cuadrícula, en algunos puntos donde resulta difícil leer los nombres de las calles hay confusiones constantes entre este y oeste, norte y sur. En la hiperactiva Nueva York eso significa perder minutos, es decir, tiempo: el bien más preciado en la Gran Manzana después del dinero.
Para intentar aliviar el problema, el alcalde Bloomberg tuvo una idea original: instalar brújulas informativas a la salida de algunas de las paradas de metro con más tráfico de transeúntes. Estuvieron durante dos semanas hasta el sábado pasado, y, según la respuesta de los ciudadanos, se instalarán de nuevo en mayor número. Las brújulas propuestas, una especie de tapa de alcantarilla con la rosa de los vientos, indican su localización y el nombre de las cuatro calles circundantes: al norte, al sur, al este y al oeste. "Yo utilizo el metro a diario y aun así me he perdido mil veces", confesó Elliot G. Sander, el responsable de la MTA (el departamento municipal de transportes), durante la presentación de la iniciativa en octubre.
Algún que otro transeúnte las habrá extrañado ya la semana pasada. Ahora queda esperar la decisión de la ciudad. La financiación para las cuatro brújulas del programa piloto fue de apenas 15.000 dólares, un presupuesto aportado por la asociación Grand Central Partnership. De momento, en diversos blogs y páginas web dedicadas a Nueva York, las reacciones son positivas, aunque la gente se pregunta cómo podrá verse la brújula en horas punta o cómo se lidiará con las personas que se pararán justo a la salida del metro impidiendo el paso de otros.
Para hacerle justicia a su ideólogo habría que decir que la idea no fue concebida por las autoridades, sino por Alfred Mayor, un lector de The New York Times, que el año pasado convocó a los lectores del diario a enviar propuestas sobre cómo mejorar la vida de la ciudad a precios módicos.
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