"No tengo tan claro que lo que escribo merezca la pena"
Muriel Barbery entra en el restaurante con delicadeza, casi de puntillas. No puede ocultar su tremenda timidez. Sigue pensando que lo que le está ocurriendo es un sueño fantástico, un sueño que a veces le da vértigo pero del que no quiere despertar. Su libro La elegancia del erizo (Seix Barral), publicado en 2007, sigue siendo un fenómeno editorial y lleva vendidos más de cuatro millones de ejemplares en todo el mundo e incluso se ha llevado al cine.
Abrumada por el éxito, Barbery (1969) decidió refugiarse durante una temporada en Kioto (Japón) para conocer en profundidad un país por el que sentía pasión. "He descubierto que me siento más identificada con la sociedad japonesa que con la mía, la francesa. Me resulta interesante la manera que tienen de relacionarse con la naturaleza". Su libro es una oda a la belleza de las personas que nos rodean y una crítica mordaz a la burguesía francesa.
La profesora ha vendido cuatro millones de 'La elegancia del erizo'
Con la carta en la mano, no sabe qué pedir. Todo le parece apetitoso. "Quiero pescado. Me he acostumbrado a que forme parte de mi alimentación durante los seis meses que he vivido en Japón. Y, sobre todo, he aprendido a comerlo". Compartimos un plato de verdura de Azagra y un revuelto de ajetes con hongos y virutas de foie. "No sé cuál de las dos cosas es más exquisita", dice mientras degusta con placer el cardo que se cultiva en la huerta navarra de la familia del propietario del restaurante. De segundo, pide cogote de merluza. ¿Le gusta la cabeza del pescado? "Es fantástica. ¡Tiene un sabor tan especial! Cuando es fresco y está bien cocinado es un verdadero manjar". Lo dice alguien que huye de los fogones y que no tiene ni idea de cocinar. "No sé hacer nada, no es algo para lo que me vea capacitada. En Kioto vivía cerca de un restaurante muy bueno donde por seis euros comíamos todos los días". Barbery saca de su bolso una cámara para fotografiar el plato que le acaban de traer. "Está estupendo".
No ha dejado de escribir, pero todavía no tiene la novela que quiere publicar. "Escribo y escribo y al final del día me doy cuenta de que no tengo nada interesante. No he parado de trabajar pero aún no están los personajes para mi próxima novela. Admiro a los autores que publican un libro cada año. Yo estoy incapacitada para ello, quizá porque soy demasiado perfeccionista y no tengo tan claro que lo que escribo merezca la pena. Nunca pensé que me publicarían un libro y por supuesto mucho menos que fuese comprado por tanta gente".
Cuando termina de comer el cogote da la sensación de que un gato ha pasado por su plato, tal vez el que dio pie a que escribiese su exitosa novela. Barbery nació en Casablanca, hija de franceses desplazados allí por trabajo y, antes de triunfar, ejercía de profesora de filosofía en Bayeux (Francia), tarea que abandonó para poder hacer lo que más deseaba, viajar. "La elegancia del erizo me ha abierto las puertas a países que nunca imaginé porque recibo invitaciones de todos los lugares en los que se ha traducido el libro. Vivir de la literatura es un sueño cumplido", aclara esta mujer casada y sin hijos. Se resiste a pedir un dulce, aunque repasa una y otra vez la carta y está al borde de caer en la tentación. Finalmente, opta por un café.
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