"No soporto que te bombardeen con Sinatra o Kenny G"
Mataría por cantar cinco minutos con Elis Regina, Maria Callas o la Niña de los Peines. Sus tres mitos. Pero ellas ya están muertas, así que la cantaora Mayte Martín (Barcelona, 1965) ha explorado otras compañías: la Sinfónica de Berlín, Omara Portuondo, Dulce Pontes, Tete Montoliú o Katia y Marielle Labèque.
-Tengo que enamorarme para colaborar con un artista, para musicar poemas, para hacer cosas.
A cualquier cosa, a todas las cosas dedica pasión la artista, atípica en un mundillo sobrado de prejuicios como el flamenco, donde suelen gozar de un extra los gitanos, los hombres y los andaluces.
-Siento no haber podido invitarte a comer en mi casa.
Martín ha elegido el lugar, el restaurante de la librería Laie, por su cercanía a la emisora donde acaban de entrevistarla. A pesar de ubicarnos en un rincón, el lugar es bullicioso y poco íntimo. Es más fácil aterrizar en la conversación telefónica del vecino de al lado que crear un clima confidencial. La artista pide que nos reacomoden en la cafetería, menos estridente.
La cantaora empezó a actuar en peñas a los 10 años. Lo hizo gratis hasta los 18
-El silencio asusta al mundo. Cada día salgo menos por el ruido. Prohibiría la música en lugares para comer o tomar una copa. No soporto que en los aviones te bombardeen con Frank Sinatra o Kenny G. La música es para escucharla, no para oírla.
Hasta los 25 años ella la escuchó de forma compulsiva. Ya no. "Ahora el silencio me da cosas que no me da la música. El silencio es como un lienzo en blanco".
Sobre pausas y silencios construye canciones y espectáculos. Sube a cada escenario como si aún saliera a otra de las peñas flamencas catalanas a las que regaló tangos y soleás entre los 10 y los 18 años. Cada espectador es único. Cada entrevista, trascendental. La comida es, por tanto, un acompañamiento secundario. El carpaccio se irá de vuelta a la cocina a medio comer, poco después de que la artista se haya levantado a pedir los cafés.
-¿Por qué casan tan bien boleros y cantaores?
-Quizás porque flamenco y boleros tienen un fondo bastante dramático.
Mayte Martín adaptó boleros antes del fenómeno de Lágrimas negras. Pero ojo. No hace fusión. "Cuando canto boleros, soy bolerista. Y cuando hago poemas de Manuel me siento compositora o cantautora". Su último trabajo, alCANTARa Manuel, fue un encargo de la Bienal de Flamenco de Málaga, que está presentando en Madrid y Barcelona. "A los poemas de Manuel no les puse música, se la encontré".
Desde 2002, cuando editó los boleros de Tiempo de amar, Martín había callado. Un largo mutis discográfico que justifica porque sólo ha de romperse cuando un artista se emociona. Además de Alcántara, ha vibrado con el piano de las hermanas Labèque: su voz acompaña piezas de Granados, Falla y Rodrigo. "Se paga un precio muy alto por la libertad artística", concede a punto de irse en un taxi camino de otra entrevista.
Antes había recordado algo. Días después del incendio del Liceo soñó una noche que cantaba entre las ruinas ennegrecidas. La acompañaba Maria Callas.
-¿Qué cantaban?
-Casta diva, claro.
Le faltan dos sueños.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.