"Para mi hija prefiero los valores de aquí"
La paquistaní trabaja por la integración de las emigrantes en España
Shabana Chohdry llega a la cena ataviada con un elegante shalwar kamiz, el típico vestido paquistaní compuesto de una camisola hasta las rodillas y un pantalón bombacho, y con la cabeza cubierta por un dupata, ese gran rectángulo de tela que hace las veces de pañuelo y de echarpe. En esta cena organizada por Casa Asia con motivo del diálogo Este-Oeste, su traje no llama la atención y ella se sentiría orgullosa de llevarlo si no fuera porque es una imposición. Sí, aquí, en Barcelona, a 6.000 kilómetros de su Gujrat natal, la comunidad sigue presionando a sus miembros para que se comporten según normas de probidad que, tras el largo viaje personal realizado por esta mujer, resultan anacrónicas.
La paquistaní trabaja por la integración de las emigrantes en España
"Estoy divorciada desde principios de año y tanto mi familia como el resto de la comunidad ven con malos ojos que me vista a la occidental", explica Shabana, de 37 años, mientras los camareros nos abruman con una ensalada en taza y unos tacos de salmón. Shabana es la presidenta de la Associació de Dones Pakistaníes, que a pesar del nombre acoge también a mujeres de la India, Nepal y Bangladesh. Y el alma máter de la organización, que trata de promover la incorporación de esas emigrantes a una sociedad a siglos luz de las de sus países de origen.
Su propio caso es ejemplo de ello. Casada por su familia a los 17 años, jamás salió de casa sin la compañía de un hermano, primero, o de su marido después. Cuando en febrero de 2005 llegó a Barcelona por reagrupación familiar, descubrió otro mundo. Traía consigo a su hijo, de entonces 14 años, y ambos empezaron a acudir a la escuela de adultos del centro cívico del Besòs. Allí se le abrieron las puertas al activismo social.
"El director iba a organizar un programa sobre Pakistán, nos presentó al mediador que se ocupaba de ello y le ayudé a prepararlo", recuerda. El éxito de aquella experiencia puso la semilla para la Associació de Dones Pakistaníes que ella preside desde el primer día. Sin embargo, tras su divorcio, la comunidad cuestiona su idoneidad para el cargo, pese a que fue reelegida hace un año. Desde entonces, y gracias a su empeño, cuentan con un pequeño local cedido por el Ayuntamiento de Barcelona, donde pueden reunirse.
"Tratamos de ayudar a las mujeres maltratadas, damos charlas informativas, clases de castellano y catalán, organizamos cursos de verano para los niños", desgrana olvidándose por completo de las atractivas tapas. "También celebramos las fiestas de España, de Pakistán y otras. Las fiestas son una buena forma de integrar y acercar a las dos comunidades", defiende.
La llegada del jamón rompe el flanco español del círculo. Shabana declina educadamente, pero acepta el pa amb tomàquet ante la insistencia de que es halal (permitido por el islam). Es musulmana practicante y evita tanto los derivados del cerdo como el alcohol.
Mientras disfrutamos con el zumo de piña y la piruleta de chocolate que ponen fin a la cena, Shabana lanza un mensaje para las mujeres de las sociedades de acogida: "Tenéis que ayudarnos". ¿Cómo? "Aceptándonos como personas, sin pensar en si somos paquistaníes o musulmanas". Y, sin dudarlo, admite que para su hija, que roza los cuatro años, prefiere "los valores de aquí" que los de su país de origen.
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