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Columna
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¿Qué haría?

El don de la oportunidad. Dicen que quien no lo tiene en política está condenado al fracaso. Por eso, muchos achacan a este Gobierno la inoportunidad de haber encarado ahora la ampliación del aborto. El argumento es tramposo porque los acosos a las clínicas y a algunas mujeres, considerados hoy como atropellos ilegales, aceleraron la necesidad de crear una ley que se ajustara a la verdadera realidad social.

Dicen, y no puedo estar más de acuerdo, que fue una frivolidad dejar asunto tan sensible en manos de una ministra, Aído, sin experiencia política, y yo añadiría vital. Para ciertos asuntos no hay políticas juvenilistas que valgan. Una mujer cargada de razones políticas y de vida a sus espaldas no hubiera comparado el aborto con ponerse tetas ni hubiera entrado a discernir lo que es un ser humano, cuestión a la que se enfrentan científicos y filósofos sin haber dado con la respuesta única. En el apartado del don de la oportunidad también habría que haberse preguntado si era necesario introducir el aborto en menores sin consentimiento paterno.

De cualquier manera, aun haciendo un paquete con todas las torpezas zapaterianas, el Partido Popular debería dar respuesta a un sinfín de incongruencias: ¿por qué un ex presidente sale a la calle en contra de un aborto que asumió mientras gobernaba? El jefe de la oposición ha de explicar qué significa que algunos de sus dirigentes encabecen una manifestación en la que se clama por la abolición del aborto. Como de costumbre, Rajoy calla y permite estas excursiones de sus políticos con el fanatismo religioso. Pero habría que preguntarle, sin permitirle las célebres evasivas: si ganara las próximas elecciones, ¿volvería a la ley anterior, que resultó ineficaz, u optaría por enviar a las españolas que abortaran a la cárcel? Ni cuestiones morales ni religiosas, esa es la pregunta.

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