Ni un día más
Paul Krugman ha acuñado la denominación de "banca zombi". Se define así a las entidades a las que se inyectan generosos chutes de dinero público que es vampirizado para mantenerse como "muertos vivientes". Madoff ingresa en prisión porque lo han pillado vivo, antes de que se hiciese enterrar y poder reaparecer como un zombi. Los que se lo han montado divino son los "muertos vivientes" ricos. Han descubierto el limbo de un "socialismo perfecto", con el antaño espantoso Estado intervencionista de mayordomo. La gente corriente no puede permitirse el lujo de hacerse el zombi. O estás jodido o estás muerto. A final de mes llega el shock de la factura eléctrica que ha adquirido las proporciones de una descarga en los genitales. Al pueblo sólo le queda recuperar la procesión de la Santa Compaña, que no era consumista ni individualista como los zombis. La moderna cultura zombi tiene mucho que ver con la soledad competitiva de las consolas y los juegos de guerra. Los difuntos de la Santa Compaña lo único que buscaban era conversación: "Entre las nueve y las diez, deja la noche para quien es". Pero lo zombi va impregnándolo todo. En España, estamos viviendo una especie de marea zombi. La corrupción no asumida paraliza a la oposición en una política zombi con estética zombi. Esos retratos altaneros de familia unida y blasonada que más que pedir justicia parece exigir impunidad nos recuerdan demasiado a los zombis de la realeza pintados por Goya. Se comienza por negar el principio de realidad y, tarde o temprano, la realidad devuelve el golpe y te pone el halo del zombi. Un año después de las elecciones, semeja también que el Gobierno socialista está atravesando un periodo zombi. De ahí la admonición de la vicepresidenta a los subsecretarios, ese durísimo "no sois conscientes". Se especula con una fuerte renovación del Gobierno. Si quieren escapar de lo zombi, que no esperen ni un día más.
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