"Con mis amigos de Bosnia hablo en ladino"
Judith R. Cohen se dispone a pasar el verano en Europa. Durante el frío invierno canadiense, esta etnomusicóloga da clases en la Universidad de York de Toronto. Durante el verano, grabadora en mano, recorre Extremadura, Castellón, Marruecos, Bulgaria o Turquía en busca de la música medieval y sefardí judeoespañola, además de ofrecer conciertos y conferencias.
Aquí, en Europa, encuentra los romances antiguos que hablan de mujeres en búsqueda de maridos reclutados para la guerra o de trueques de hijos cristianos y moriscos.
La musicóloga sefardí recorre el mundo con su idioma como pasaporte
Suele dormir y comer en casa de amigos, y propone para nuestra cita un establecimiento judío que nos puedan recomendar en la sinagoga de Madrid. Llega puntual a la cita a La Escudilla, un modesto restaurante que ofrece comida casher (que respeta las normas culinarias). "Básicamente, no se puede comer cerdo ni mezclar la carne con un producto lácteo. ¡Una cheeseburger es lo peor!", bromea.
Habla perfectamente el castellano, el inglés, el francés y el portugués, y conoce las lenguas eslavas. Pero aún hay una lengua más que Judith R. Cohen usa frecuentemente y que le es extremadamente útil: el ladino. El idioma de los sefardíes (antiguos judíos españoles) le abre puertas en muchas comunidades semitas y será la herramienta con la que se comunicará a finales de agosto con el grupo de judíos de Bosnia huidos de la guerra que se reúne en Croacia cada dos años y la invitan a cambio de un par de conciertos de música medieval.
Su atuendo y maneras apenas han cambiado desde que, en 1971, vino por primera vez a España, a Castellón, donde terminaron denunciándola. "Los chavales a los que daba clase de francés hablaban conmigo en valenciano. Alguien me avisó de que dejara España porque me buscaban los falangistas. Era sospechosa por llevar el pelo demasiado largo, vestir vaqueros y ser americana. Yo dije: 'No, americana, no. Canadiense'. Decían también que consumía drogas. ¡Yo, que no bebo ni he probado nunca las drogas porque me dan miedo!".
Años después, uno de sus alumnos la contrató para un concierto de música sefardí y todo tipo de instituciones públicas recurren a sus conocimientos. Pone melodía a los romances antiguos que toma de la tradición oral acompañada de la viela de arco medieval, el laúd y, por supuesto, el pandero. A este lado del Atlántico, en Escocia, en Rumania, en los Balcanes, hay una parte importante de sus orígenes y los de su hija Tamar.
No es practicante, lo que no le resta un ápice de su pertenencia a ese "casi club mundial" que es el judaísmo. "Yo podría ir mañana mismo a Uzbekistán, ir a su comunidad judía y, aunque desconozca su idioma, ser inmediatamente bien recibida". Comenta Cohen lo bien que nos han preparado el keftá, una especie de pequeñas hamburguesas muy especiadas. "Parece hecho al estilo de los Balcanes". "No. Es del norte de Marruecos", puntualiza la dueña de La Escudilla.
Lo que más le gusta de España es el clima -"odio el frío"- y esa costumbre de los españoles de rodearse de amigos en sus ratos de ocio. Su hija forma parte del grupo y tiene ya tantos amigos en España como en Canadá.
-Judith, ¿qué encuentras en tanta incursión en el pasado?
-Ja, ja. Eso mismo me pregunta mi hija.
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