"Vivir es un derecho, no un deber"
Beppino Englaro puede bromear o hablar con seriedad, escuchar con atención y mirar a los ojos a sus interlocutores. Pero no titubea. Lo hace ante el menú, porque prefiere dejarse aconsejar en la elección de un arroz caldoso. En lo demás, este italiano de 68 años es la encarnación de la determinación.
Lo ha sido sobre todo durante 17 años, desde que su hija, Eluana, quedara en un estado vegetativo tras un accidente y hasta que, el 9 de febrero, muriera en una clínica después de que se le retirara la hidratación artificial. En medio quedan más de una década de batallas legales y una sentencia que le permitía por fin, en calidad de tutor, autorizar la interrupción del tratamiento de alimentación.
El padre de Eluana se ha convertido tras su lucha en el 'héroe laico' de Italia
"Fueron 6.233 días", recuerda Englaro, de lucha por la "primacía de la conciencia personal" en un país donde más a menudo prevalece la moralidad de la jerarquía eclesiástica. Llegan los arroces y Beppino pregunta por la composición de la salsa alioli. "Mejor me abstengo, hoy tengo que hablar mucho", se ríe. No utiliza la palabra eutanasia y habla de voluntad individual, de instinto por la libertad y de testamentos vitales. De una conciencia que nos acompaña en los actos más cotidianos, por ejemplo, elegir una copa de vino en lugar de una botella porque "sería una pena echarlo a perder", y en las cuestiones más trascendentes, como la defensa sin fisuras de las decisiones de Eluana. Fue así como este ex comerciante de moquetas ganó el pulso contra el Vaticano y Berlusconi, que intentó hasta al final impedir una muerte digna.
"Fue una violencia terapéutica", cuenta Englaro, que siempre quiso actuar en la legalidad y con la ilusión de dar con un médico dispuesto a ayudarle. Se estrelló mil veces y nunca se dio por vencido. Puede parecer exhausto, pero aún tiene fuerzas para dialogar. No quiere "contaminar" la historia de Eluana con los escándalos del primer ministro italiano, y mantiene sus argumentos con una sencillez desarmante. La hija era, según Beppino, un "purasangre de la libertad". "Si no puedo ser lo que soy ahora, prefiero que me dejen morir. No quiero bajo ningún concepto permanecer en unas condiciones de ese tipo". Eso fue lo que dijo la joven a los 20 años, uno antes de sufrir el accidente, en referencia al estado en que había quedado un amigo tras una caída de moto. Y así lo cuenta el padre en el libro Eluana. La libertad y la vida, recién publicado y escrito con Elena Nave, colaboradora de la cátedra de Bioética de la Universidad de Turín.
Beppino y su esposa, Saturna, le dieron a Eluana su palabra de honor. La mantuvieron. "Eluana habría hecho lo mismo por nosotros. Con su energía, además, habría puesto el mundo patas arriba por conseguirlo", asegura, después de ojear la carta de los postres. Tiene una voz serena, calmada. Las prisas no van con él, quiere hacerlo todo a su tiempo y prefiere esperar al café antes de decantarse por la tarta de hojaldre.
Por su tenacidad ha sido tachado de "asesino" e investigado por homicidio voluntario, pero también se ha convertido en una especie de héroe laico en Italia. Él está "tranquilo con la conciencia" por compartir con los demás "el conocimiento" de lo que podría pasarle a todo el mundo. Englaro no reivindica en absoluto la superioridad de su opción. Sólo exige "el derecho a vivir en lugar del deber de vivir". Porque ésta es su forma natural de entender la libertad. Tan natural como salir del restaurante y despedirse a su manera, sincero y sin miedo: con un abrazo.
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