_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tiempo perdido

Manuel Rivas

La diferencia. En España hay cosas que solo puede hacer la derecha. Suárez no recurrió al Supremo sino a la Semana Santa para legalizar el Partido Comunista, el más español de los partidos. Lo mismo podría haber hecho Zapatero con Sortu, pero lo crucificarían. Ya tenían los clavos preparados. En el caso de Irlanda del Norte, el conservador John Major creó las condiciones para que Blair culminase el trabajo. La distancia política entre Reino Unido y España es la que va de Major a Mayor (Oreja). La diferencia entre ganar o perder el tiempo. Las moscas. Las agencias de calificación trabajaban para los ricos y se equivocaron en todo a la hora de pronosticar los problemas del futuro, así que ahora les han buscado una misión fúnebre: señalar al potencial difunto para desvalijarlo. Si todavía estamos vivos, hay que quitarse esas moscas de la cara. Liz&Dick. Tal vez Cleopatra existió para ser interpretada por Liz. Incluso Elizabeth Taylor existió para ser interpretada por Liz. Y las dos existieron, Elizabeth y Liz, para ser la inmensa Martha de ¿Quién teme a Virginia Woolf? A igual que la elocuencia radica en el que oye, la belleza se muestra en el trastorno de quien la tuvo a su alcance. Richard Burton, Dick, le regaló a Miss Tits el mayor diamante, por el que había pujado por teléfono desde un pub galés, jaleado por los mineros, pero también un apodo mejor que el de las tetas: Ocean, My little Jewish tart. Recibió a cambio una bolsa de cuero con las obras de William Shakespeare, que nunca abandonó. Lo merecía. Era un gran amante caligráfico: "Mis ojos ciegos esperan desesperados tu mirada". Así que lo postrero que hizo Dick el día de su muerte fue escribirle una carta de amor, que ella mantuvo secreta en la mesilla de noche hasta el final. ¡Eso sí que es compartir el último trago!

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_