"El Mundial puso África en el mapa"
La entrevista discurre con tranquilidad hasta que llega la pregunta sobre el Mundial de fútbol. Entonces Graça Machel, casada con Nelson Mandela en 1998, se ríe, gesticula, busca un adjetivo grande para adornarlo con otro mayor y la respuesta sale con el brío de un torrente. "¿Que si fue positivo para Sudáfrica? ¡Oh..! Claro que sí. Fue fantástico, extraordinario. Ha cambiado la percepción que se tenía del país mucho más que todos los discursos y las fotos. Más que nada. La gente vino, vio y se convenció. Es el segundo milagro que vive el país. Después del fin del apartheid es lo mejor que le ha pasado a Sudáfrica".
"Fue impresionante y no solo porque estuvo muy bien organizado, sino porque todo salía bien. Los transportes funcionaron pese a que todo el mundo iba de una ciudad a otra. Hubo menos delincuencia y hasta menos accidentes de tráfico. Fue la actitud de la gente la que logró el éxito. El entusiasmo con que todos apoyaron", afirma esta activista por los derechos de la infancia, que ha continuado en Sudáfrica la labor que emprendió en su país natal, Mozambique, al independizarse este de Portugal en 1975. Entonces se convirtió en ministra de Educación, además de primera dama ya que estaba casada con Samora Machel, el primer presidente del Mozambique independiente que murió en 1986 en un extraño accidente de avión.
"Mandela fue muy feliz los minutos que estuvimos en el estadio"
"El Mundial ha puesto África en el mapa", continúa la premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 1998. "Los europeos que habían vuelto su mirada hacia Asia se han encontrado con África y han visto que es un buen lugar para sus inversiones y que los beneficios pueden ser mayores de lo esperado", afirma Graça Machel, que pasa de puntillas por la salud de Mandela, aquejado de demencia senil. "Para tener 92 años está estupendamente. Fue muy feliz los minutos que estuvimos en el estadio".
La pregunta sobre si lo conseguido en estos días tiene recorrido ensombrece por un instante su apasionamiento: "El gran reto es cómo lo manejaremos en el futuro", responde. E inmediatamente vuelve a su tono positivo: "El mundo ha visto que somos capaces y que pueden confiar en nosotros". Y añade: "Recuerde: la primera parte del siglo XXI puede ser de Asia, pero la segunda no le quepa duda de que es de África".
La fundadora y presidenta de la mozambiqueña Fundación para el Desarrollo de la Infancia ha asistido en Madrid a una reunión de Naciones Unidas sobre los objetivos del milenio, ante la cumbre que se celebrará en septiembre en Nueva York. Según Graça Machel, de momento esos objetivos "no se están cumpliendo, porque ni las instituciones globales ni los Gobiernos tanto de los países donantes como de los receptores han realizado los esfuerzos que se necesitan para alcanzarlos". Sostiene, sin embargo, que no se puede lanzar una crítica generalizada y poner a todo mundo en el mismo saco, porque algunos, tanto entre los países donantes como entre los receptores, han logrado grandes avances.
Para Machel, el objetivo que tiene "más riesgo de incumplimiento" es precisamente el primero, que pretendía acabar con la pobreza e impulsar la agricultura para que los hambrientos no solo saciasen sus estómagos con las ayudas sino que también fuesen capaces de autoabastecerse.
"Para gran pesar mío, otro de los objetivos que corre un gran riesgo es el de la educación infantil", señala esta mujer empeñada en alfabetizar el mundo. Según Machel, en el año 2000 había 100 millones de niños sin escolarizar y ahora, una década después, hay 72 millones. De ahí, que vea muy difícil, "aunque no imposible", conseguirlo para 2015. "La inversión que se necesita es enorme pero factible. Lo más duro es lograr la voluntad política para reunir todos los recursos necesarios". En este campo aplaude a España y Holanda como principales donantes y los esfuerzos realizados por los países del norte de África y de América Latina.
Sin querer entrar en la polémica abierta por el secretario general de la ONU al nombrar al presidente de Ruanda, Paul Kagame -imputado por genocidio-, copresidente de la reunión de Madrid, Graça Machel alaba los avances realizados por ese país en dar poder a las mujeres, el tercer objetivo del milenio que cree que no se cumplirá, pero concluye: "Ningún logro tiene sentido si no se respetan los derechos humanos".
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