_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mosca española

Juan José Millás

"Soy de los que piensan que somos de algún sitio", aseguraba, por lo visto, Chillida. Si lo hubiera dicho delante de mí, le habría preguntado de dónde era yo (tengo problemas de pertenencia). El Estado debería decirnos de dónde somos más allá de lo que pone en el DNI, esa tarjeta de crédito sin crédito. Usted es de Lugo. Vale, soy de Lugo. Busco en Google el nombre de esa ciudad, leo sus características y comienzo a comportarme como uno de allí. Ese servicio facilitaría mucho la vida a los contribuyentes despistados, como un servidor. Podría darse el caso de que le dijeran a uno que es extranjero. Usted es chileno. ¿Chileno? Si ni siquiera he nacido allí. Para ser de un sitio no es necesario haber nacido en él, pues la pertenencia se mide de otro modo (es sabido, por ejemplo, que los de Bilbao nacen donde quieren). Un día vi en Canal + (que no nos lo cierren, por favor) un documental sobre Australia y acabé convencido de ser un aborigen australiano. Todo lo que se decía de ellos me había ocurrido a mí en un momento u otro de mi vida. Recuerdo que me volví y se lo confesé a mi mujer: creo que soy australiano. La semana pasada, dijo ella, vimos un documental sobre la Antártida y creíste que eras pingüino. Llevaba razón. A veces, además de no tener ni idea de dónde soy, tampoco sé a qué especie pertenezco. Una noche, de pequeño, soñé que mis padres eran moscas y todavía no se me ha ido de la cabeza la extraña sensación corporal con la que volé de la cama. No dije nada porque mis progenitores estaban convencidos de ser seres humanos y no era cuestión de darles más disgustos de los que ya les había proporcionado mi nacimiento. Ahora bien, para decirlo todo, creo que éramos moscas españolas, por el bigote de mi padre y la mantilla de mi madre. O sea, que quizá llevara razón Chillida y todos seamos de algún sitio.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_