"Berlusconi ha impuesto su escala de desvalores"
Marco Travaglio vive en Turín, pero todos los jueves baja a Roma para participar en Anno Zero, un espacio de debate político en RAI 3. Hemos quedado a la mañana siguiente en el hotel donde se suele alojar, barrio de Prati, y el periodista más crítico de Italia aparece en recepción con cara de sueño y ese fino cuarto de hora de retraso que impone la etiqueta del país.
Tras pagar la cuenta, agarra un par de periódicos, pide el desayuno y salimos a la terraza. Con un café solo y un par de cruasanes, se despierta del todo y comienza a hacer lo que mejor hace: meter el bisturí a la siempre confusa realidad política italiana. Una realidad teatral, irreal e hipermediática, cuenta, "el reino de la superficialidad y del embuste".
El crítico periodista ha llevado al teatro la tragicomedia que sufre Italia
La culpa, a su juicio, es sobre todo "de los periódicos, que imitan a la televisión y tratan de competir en banalidad poniendo en juego un sistema muy sofisticado, estudiado para que todo se olvide, como una trituradora. Las polémicas sólo duran 24 horas, luego pasan. Si un político hace un chiste, se da el chiste en vez del argumento. Si no hay chiste, no se da tampoco el razonamiento. Dicen que el problema de los periódicos es el papel, pero el problema es lo que pone en el papel".Licenciado en Historia Contemporánea, Travaglio, de 44 años, fue discípulo de Indro Montanelli en Il Giornale durante siete años. Hoy firma una columna diaria en L'Unità y cuelga cada lunes un vídeo (Pasapalabra) en el blog antipolítico de Beppe Grillo. Para contar las verdades incómodas al país utiliza un estilo más que turinés, gélido, que se parece a él. No mueve ni una ceja ni levanta la voz.
Con Italia enredada entre los chistes de Il Cavaliere y la retórica vaga de una izquierda oxidada, su periodismo de precisión se ha convertido en una rareza, en una forma de rebelión. Quizá por eso lleva hechas 80 funciones de un espectáculo teatral, Promemoria, en el que desmenuza la tragicómica historia reciente del país en tres horas y cuarto de monólogo.
A base sólo de archivo y una ironía feroz, Travaglio hace pensar y gozar a un público que sale del teatro en trance, como el que ha visto la luz. "No es mérito mío", dice. "En Italia el pasado no existe. Por eso cuando cuentas lo que pasó hace sólo dos años resulta revolucionario, y la gente te mira como a un loco". Denunciado "30 o 40 veces" por difamación en los tribunales civiles por Berlusconi y sus adláteres, aunque no ha sido condenado aún por la vía penal, acaba de ganar el Premio a la Libertad de Prensa de la Asociación de Periodistas Alemanes, por su "coraje y sentido crítico". Acaba de reeditar su libro La desaparición de los hechos, subtitulado Se ruega abolir las noticias para no molestar a las opiniones, en el que fustiga a los medios.
El avión de Turín se va en una hora, la cita se acaba, le esperan sus dos hijos. Antes de despedirse, Travaglio explica cómo Berlusconi ha sustituido a Andreotti como el gran intocable. "Controla casi todos los diarios, la televisión, la publicidad o el cine. Por eso se entiende Italia mejor fuera que dentro. Nos ha impuesto su involución cultural, su escala de desvalores y su forma de vida".
En ese momento pasa un joven, se para a escuchar y dice: "Totalmente de acuerdo. Déle duro".
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